López Zavala: ¿el delfín o el candidato hueso?
Este lunes recibí un interesante documento sobre el proceso de sucesión gubernamental, elaborado por un grupo de analistas políticos, involucrado con un aspirante del PRI a Casa Puebla, uno de cuyos integrantes me autorizó a publicarlo.
El ensayo comparte algunos puntos de vista expresados en este blog, sobre el desgaste político del secretario de Desarrollo Social del estado, las consecuencias de la lucha del expresidente municipal de Puebla en contra de aquel, y la posibilidad de que un tercero se beneficie con la confrontación entre Javier López Zavala y Enrique Doger Guerrero.
El documento se publica en forma textual. Lo único que incorporé al texto son algunas cabezas de descanso, resaltadas en negritas, para facilitar su lectura.
Es importante mencionar que el ensayo fue redactado, antes de que se conocieran los detalles de la reunión del gobernador Mario Marín Torres con una docena de columnistas el miércoles de la semana pasada en Casa Puebla.
DESENTRAÑANDO LA SUCESIÓN EN PUEBLA
“A veces la vista engaña, lo esencial es invisible a los ojos”
Negar el talento y capacidad política de Mario Marín Torres es un error monumental.
Forjado en las cañerías del sistema, donde se planea y ejecuta, lo que luego los poderosos presumirán como decisiones suyas, Mario Marín ha escalado, peldaño a peldaño la escalera del poder. Producto de su condición humilde y su gran deseo de superación, inculcado bajo la refriega por vencer el hambre y la necesidad, absorbió como pocos las reglas escritas, pero sobre todo, las no escritas, verdaderas guías de la toma de decisiones.
Es un hombre que conoce el poder y lo utiliza. Cuando la gubernatura estuvo en sus manos, comenzó a tejer de manera muy fina su otro plan, ese que hoy lo tiene en la antesala de romper el viejo tabú, de que gobernador no pone gobernador.
En sus cavilaciones, se preguntó por qué poner límite a sus metas. Lo que sería el último escalón, se convertiría en una catapulta para aspirar, como Juárez su guía, por lo menos en imagen, a ser Presidente de la República. Una llamada que desnudó su psique, puso freno a sus sueños. Se lamentó, lloró, maldijo en silencio sus debilidades, pero con ese espíritu forjado lejos de su hogar y los suyos, se levantó para mostrar de lo que es capaz.
El juego de la sucesión lo obsesionó. Repasó uno a uno los casos observados durante su larga trayectoria, analizó los errores, se detuvo en los aciertos y fue planeando los detalles. Recordó que la frágil estabilidad humana requiere de mentiras y de promesas que alimenten el espíritu. Que vale más una promesa que la cruda realidad. Se propuso engañar con la verdad, esa que nadie quiere ver, porque es más dolorosa. Armó su escenario, colocó sus piezas. Inventó un enemigo para distraer a sus oponentes, como el ladrón que avienta un hueso a los perros, para que peleen entre ellos, mientras continúa con la sustracción del botín.
Valoró opciones, se convenció de que el nuevo PRI no puede ser encabezado por una vieja propuesta, tampoco por “el candidato hueso”, ese que sirve para distraer. Tomó una decisión, valoró su imagen, joven, preparado, atractivo, con un deseo permanente por superarse, convencido de que esta generación es el futuro del país. Además le debería todo, su carrera, su futuro, le brindaría lealtad a toda prueba. Se convenció de lo viable de su propuesta. Le allanó el camino. Lo cobijó con dependencias que dan, en lugar de quitar, las más nobles, las que permiten construir un entramado de estructuras eficaces para una movilización de masas (DIF y Sedeso). Nunca despuntó en las encuestas, ni siquiera era mencionado, pero eso no es lo importante, es más fácil construir una vasija, si comenzamos desde la preparación del barro, hasta su moldeado, tal como lo pide el cliente, que tomar una vasija y tratar de venderla aunque no guste a nadie.
Mientras, absortos en la pelea en contra del supuesto delfín, los aspirantes se desgastan, juegan en una cancha equivocada, ahí no es la batalla. El falso candidato, con el agradecimiento del padre al hijo desempeña su papel, conciente de que todo lo que es, se lo debe a su mentor. Disfruta ser “el candidato hueso”, el distractor, pues sabe que esto significa continuar disfrutando las mieles del poder.
El verdadero delfín, avanza y construye una imagen, que no resulta peligrosa para los enemigos. Se muestra caballeroso, incluyente, democrático, tolerante, visionario, sabe que los demás no lo toman como un verdadero peligro, ¿Cómo, si ni siquiera aparece en las encuestas? No, nadie voltea a verlo.
Desde su bunker, cercano a una imagen emblemática de Puebla, construye el andamiaje que habrá de soportar su candidatura. Su tutor ríe, se carcajea en Casa Puebla, el engaño es absoluto. Su obsesión de control total, madurado durante su aprendizaje con personajes que lo sometieron a una presión inimaginable, rinde frutos. Se sabe dueño del destino de la sucesión, avanza y se convence de su genio.
El engaño hasta ahora es eficiente. Distrae con un “candidato hueso”, nadie quiere ver que es sólo eso, una pera donde los boxeadores descargan sus golpes, un engaño donde se pierden en interpretaciones hechas a modo, por plumas a modo. Un engaño que los demás, cegados por la ira y la vanidad, no quieren ver. Un espejismo en medio de este desierto urbano.
Lo demás es secundario, no tiene importancia. Que si la gobernabilidad, que si las obras, el avance democrático, la estabilidad social, nada importa, la gente, esa que conoce bien, es común y corriente, olvida pronto, no tiene memoria histórica, por eso están jodidos.
Genial, simplemente genial, se dice. Cuando llegue la definición, estará en la mesa del dialogo, todos se distraerán en atacar al delfín, al hijo prodigo, se irán a la yugular, no tendrán compasión, intentarán frenar algo que nunca avanzó, siempre dijo que no será Zavala, pero tampoco los otros, esos que han bailado al ritmo que él, Mario Marín ha tocado. El verdadero candidato está ahí, a la vista de todos, operando en el estado, guiando campañas, aceitando estructuras, tendiendo puentes, incluso, hablando con ellos, los aspirantes, forjando una imagen en el inconsciente colectivo del vulgo, para que llegado el momento, surja de entre los escombros que dejará la batalla por la sucesión, limpio, sin mancha, como el hombre que sumará voluntades, joven y exitoso, sin lastres de corrupción, sin cola que le pisen, el único que está limpio en esta guerra de mierda, el único que no puede ser atacado por la oposición, el brillante y talentoso. Todos dirán que sí, todos sin excepción traen una cola que envidiaría godzilla. El no. Es un nuevo cachorro de la revolución, claro, revolución digital, no aquella de 1910. Su nombre encierra el misterio de un guerrero que no conquistó más, porque ya no había tierra.
Armenta, proyecto transexenal
Ya lo dijo Renato Leduc, “sabia virtud de conocer el tiempo, a tiempo atar y desatar a tiempo”, Marín, el estratega siempre supo que una vez que tomara protesta el tiempo iría para atrás, es decir, para él un día menos de poder, ese que se agota y no perdona, pero, ¿cómo revertir esto, cómo lograr que sea al revés? Otra genialidad, montar el escenario, confundir con señales, jugar con las pasiones de los políticos, presumidos que creen saberlo todo, esa clase de gente que detesta y sin embargo a la que pertenece, darles donde les duele, como en el barrio, cuando a puño limpio se defendía de las ofensas a su condición de marginado. Pero ahora, con el poder y el dinero, la vida le da la oportunidad de cobrarse las afrentas. Ahí está la genialidad, entre más corre el tiempo, él se consolida; entre mayor sea el engaño, su proyecto avanza sin obstáculos, mientras todos piensan que va en decadencia, con su juego, se prepara para seguir disfrutando de las ventajas que da ser el jefe, el mandamás, el dueño de las voluntades. Revirtió con una jugada maestra la rueda del tiempo. Ahora lo que para unos es el final de su gestión, no es más que el principio de su maximato.
Cada día que pasa para él es un día más que se consolida, para sus enemigos es un día menos para operar.
No es casual que la vanidad sea uno de los siete pecados capitales. Es lo que engrandece al hombre y paradójicamente lo vuelve más pequeño. La regla básica de la vida es ser humilde y aceptar que no sabemos todo. La vanidad, maldita vanidad, alter ego de los políticos, bandera que enarbola el sentimiento de superioridad, es a la vez su perdición. Este pecado no permite ver la imagen que nos regresa el espejo. Uno ve lo que quiere ver. Ya lo dijo Tzun Tsu, conócete a tí mismo y conocerás a los demás, y de cien batallas peleadas, cien batallas ganadas. Pero no, ninguno de sus oponentes se quiere ver a sí mismo. Marín, el gesticulador sabe de esta debilidad, sabe que sus enemigos esperan una oportunidad para despedazarlo, que sus muestras de amistad esperan pacientemente para declarar la batalla. Por eso no confía en nadie. Por eso juega solo. A nadie comparte sus planes, sabe que el sentimiento de superioridad que acompaña a sus compañeros de gabinete, puede ser catastrófico si se le suma una botella de licor. El es dueño de las reglas. La fina tela de engaño que ha puesto sobre los ojos de todos puede caer y hacer claro lo borrascoso. Sabe que un escenario donde una persona sea el catalizador de todos los descontentos que ha sembrado, se puede volver su antítesis. ¿Cuántos muertos puede esconder su closet? Se pregunta, recordando a quien dicen es su maestro. Se sabe vulnerable, se conoce, la vanidad no lo ha vencido por completo. Su mente, educada bajo la fórmula de acción – reacción le sugiere mesura.
Doger, el enemigo perfecto
Intenta mantener la calma, solo un aspirante le preocupa. Su odio, coincidencias de la vida, tiene que ver con la profesión de su enemigo, la medicina. Su rencor alcanza los límites de lo patológico. Lo detesta. Son contrarios en todo. La principal premisa de este juego tiene que ver con el Doctor, todos menos el. Este juego de engaño está basado en este enemigo. Pero esto tampoco le quita el sueño. Sabe que la soledad es una mala consejera, conoce las debilidades humanas. Ningún poderoso es inmune a la soledad. Todos en algún momento necesitamos que alguien nos diga qué hacer, por dónde caminar, qué decir, cómo actuar, qué decidir. Por eso, los reyes confiaban en sus visires, los que hablan al oído, los que aconsejan, esos que Maquiavelo siempre supo que son el verdadero poder, esos que juran lealtad, pero en el fondo desean con todo su corazón ser los actores principales. La debilidad de de los consejeros se gesta en la primera idea robada, esa que dirá el rey, pero que ellos a la menor provocación presumirán de su autoría. Cuando un plan funciona y el poderoso la presume, en sus pensamientos se maldicen por no ser ellos los que recojan el aplauso, y así, de frustración en frustración se acumula un odio que disimulan, que esconden, pero no olvidan. “Si quieres un enemigo perfecto, búscalo en tu amigo, el te conoce mejor que nadie”. Marín lo sabe, por eso, para que el engaño se culmine, entiende como nadie, que en una batalla real, duele más el cuero que la camisa. La suerte es para los que no planean, los que esperan que la ruleta de la vida los ponga en el camino correcto, que sea lo que dios quiera, es la mejor frase que los retrata. Marín el gesticulador lo aprendió muy joven, cuando cansado de esperar a que lloviera maná del cielo, se propuso como Nervo, ser el arquitecto de su propio destino.
Nacho Mier, gana perdiendo
No, no hay azar. Al elegido lo unen lazos de sangre con el visir del Doctor. Llegado el momento, jugará un papel fundamental en calmar la frustración que es mala consejera. Marín sabe que la premisa de todos menos el doctor, es de ida y vuelta: todos, menos el impuesto. Bajo este principio, la pelea, si se llega a dar, será brutal, por eso no quiere llegar ahí, sabe que el sabio oriental de la guerra aconseja que “no hay mejor batalla que la que nunca se lleva a cabo”, por eso ha engañado, le manda mensajes a su odiado opositor, por vía de todos sus operadores, “no tengo favorito, ganará quien garantice el triunfo del partido, el que quiera los priistas.
Por otro lado, ha engañado al visir, ese que sueña con ser partícipe del poder, que quiere ser tomado en cuenta, que mejor que con su sobrino. La sangre llama, el cuero duele más que la camisa “Calma lo ímpetus de tu rey, ciégalo con el nuevo territorio que conquistará en el futuro, mientras tú le desbaratas el presente”, es la encomienda con la que se mueve. Por eso no pasa nada, por eso no se amarra nada, por eso inexplicablemente nadie se suma. Por eso el Doctor está solo, porque la mesura que le recomiendan, el juego que le entretejen lo ha cautivado. Porque la soledad, mala consejera lo ha llevado a confiar en el oráculo en que se ha convertido el visir.
La inacción también es estrategia. Marín el gran gesticulador sabe que el mes es julio, que el verdadero candidato estará en enero, que el tiempo es su mejor aliado. Por eso, cuando por las mañanas se despierta, sabe que no es un día menos de ejercer el poder, es un día más.
El verdadero elegido
Los otros aspirantes poco importan. Cada uno engañado con las reglas del partido, se desgastan haciendo conjeturas, planeando escenarios que conocen, que han vivido, esa es su debilidad. Forjados en la cultura de la sumisión, esperan que todo se desarrolle como siempre, que error, “nunca des nada por hecho” hay que recordarles.
Mientras tanto todos los operadores marinistas cumplen su función, cooptando periodistas, empresarios, líderes, jefes de familia, católicos, cristianos, mormones, ganaderos, campesinos, obreros, deportistas, constructores, todos con la falsa idea de que Zavala será el próximo gobernador.
Se dejan seducir, venden su apoyo, no hablan con nadie más, ¿para qué? el gobernador ya decidió. ¿Y si no es Zavala qué harán? Nada, el tiempo no les alcanzará para buscar otras alternativas. Se dejarán guiar como ovejas en medio de un campo que desconocen. El chiapaneco es su pastor. Como Moisés, será el encargado de guiar al rebaño en medio de todos los obstáculos. Ellos confiaran ciegamente en lo que les diga y en su momento, darán su parte de oro, para darle forma a su becerro, mismo al que alabarán. Pero indudablemente, será Marín quien les dicte la tabla que contenga los mandamientos.
Que irónico que después de tantos años de recorrer el camino de la política, termine guiándose en el antiguo testamento. Así es Marín, el mesiánico.
El engaño sigue caminando. Las cartas están sobre la mesa. Lo difuso del juego se muestra para el que lo quiera ver. Es un juego abierto, a una carta.
El verdadero elegido sigue ahí, escondido ante los ojos de todos: es juez y parte. Es emisor y receptor. Es alfa y omega. Es tesis y antítesis. Es premisa y conclusión. Su nombre encierra la clave del engaño. Es Magno, rima de tormenta y cuatro palabras del tercer día.
Sí, es Alejandro Armenta Mier.
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La tarde de este lunes el secretario de Gobernación, Mario Montero Serrano, convocó a los dirigentes estatales de los partidos políticos para tratar de consensuar una reforma electoral mínima antes del 12 de agosto.
Sí, mínima, fue el término que empleó Mario Montero, al justificar que sólo quedan tres semanas a partir del jueves, para modificar el Código de Instituciones y Procesos Electorales de la entidad.
Al encuentro, que tuvo lugar en la Sala de Juntas de la Secretaría de Gobernación, acudieron Alejandro Armenta Mier, del PRI; Juan Carlos Natale, del PVEM; Mariano Hernández, del PT; José Juan Espinosa, de Convergencia; y José Cabalán Macari, del PANAL.
El PAN envió a su secretario general, Marcos Castro Martínez, y de la dirigencia estatal del PRD no llegó nadie.
José Juan Espinosa fue la única discordante en la reunión, pues le dijo al secretario de Gobernación que el tiempo no debía ser un pretexto para una minireforma, sobre todo considerando que su partido y otras organizaciones presentaron desde el año pasado sendas iniciativas.
El dirigente de Convergencia se pronunció por la salida del consejero presidente del Instituto Electoral del Estado, Jorge Sánchez Morales; por establecer como obligatorios los debates entre candidatos a la gubernatura, por un mayor financiamiento público para partidos políticos, por la redistritación de la entidad y porque la primera regiduría de representación proporcional la ocupe en número uno de la planilla, y no el número 2 como actualmente sucede.
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La presencia del presidente Felipe Calderón Hinojosa en el Congreso del estado, en la ceremonia solemne para inscribir con letras de oro el nombre de la filántropa Ángeles Espinosa Yglesias, obedeció a una gestión del coordinador de la bancada panista, Eduardo Rivera Pérez.
El legislador se presentó el 8 de julio a la residencia oficial de Los Pinos, donde personalmente entregó al secretario particular del presidente, Luis Felipe Bravo Mena, la invitación correspondiente.
El martes 14 de julio se comunicaron de Los Pinos con Eduardo Rivera para decirle que había alguna posibilidad de que el Presidente estuviera en la ceremonia, cuestión que se confirmó al día siguiente.
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Simón dice:
“El delito de los que nos engañan no está en el engaño, sino en que ya no nos dejan soñar que no nos engañarán nunca”.
Víctor Ruiz Iriarte (1912 -1982). Dramaturgo español.
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