El Código de Proteo, o la propaganda oscura
Este jueves participé, junto con la diputada electa Josefina Buxadé y mi colega del periódico Síntesis Mariano Morales, en la presentación del libro El Código de Proteo del politólogo Mauricio Saldaña Rodríguez.
Dicho texto, el tercero de la colección Polémicas de Ediciones de Educación y Cultura, que aborda el tema de la propaganda oscura y de sus perniciosos efectos sociales, me dejó las siguientes enseñanzas:
Que muchos son los políticos y consultores que se asumen como expertos en marketing o politing, pero contados aquellos que dominan los principios y conceptos teóricos de la propaganda o que siquiera conocen o han leído las motivaciones de sus creadores Adolfo Hitler y Joseph Goebbels.
Que en Puebla, como en otras ciudades de la República Mexicana, la mayoría de los periódicos y noticiarios de radio y televisión funcionan más como instrumentos de propaganda gubernamental o partidista que como medios informativos de la sociedad, a juzgar por los contenidos y materiales «noticiosos» que difunden, sobre todo en coyunturas electorales.
Que toda propaganda, aun la de aquellas organizaciones humanitarias o sin aparentes fines de lucro, debe verse con recelo y criticidad, pues lo que un mensaje propagandístico vende o promociona son expectativas, apariencias, percepciones; no realidades, ni proyectos viables y tangibles.
Como bien dice el autor «Aunque los mercadólogos insistan en que sus propósitos son nobles —por ejemplo, inducir al consumidor a la compra de un producto y con ello detonar decenas o cientos de empleos—, la realidad que no pueden ocultar es que la persuasión comercial en la que ellos fundamentan su trabajo, no tiene otro propósito que detener —por un instante— la capacidad reflexiva del inminente comprador, para aturdirlo lo suficiente con palabras, imágenes, sonidos que hagan del producto en cuestión una oferta atractiva, aunque más tarde el propio consumidor se pregunte por qué adquirió tal mercancía o tal servicio».
Que una buena campaña propagandística debe enfocarse preferentemente a las masas, a través de medios que lleguen a los individuos-masa con un nivel deficiente o posean una capacidad de razonamiento muy pobre, y con mensajes simples, emotivos, verosímiles y fáciles de entender y memorizar, dirigidos a las vísceras más que al cerebro.
Que los mensajes propagandísticos no funcionan si el portavoz central, los agitadores que los difunden y los miembros del equipo de campaña, no los asumen como propios, ni actúan en consecuencia, contagiando a las mayorías con su verdad.
Que la televisión es hoy por hoy el medio por excelencia para la manipulación propagandística, para cualquier lavado de cerebro en masa y para influir en el comportamiento de las personas, particularmente de niños y jóvenes, pues está comprobado —según las investigaciones del australino Frederick Edmund Emery del Instituto Tavistock— que la llamada caja idiota desactiva la capacidad cognitiva de la mente y logra un efecto similar al de un narcótico en el sistema nervioso central, convirtiendo al espectador habitual en un sujeto sugestionable y manipulable.
Que aquellos que compran servicios propagandísticos negros y oscuros terminan por depender de aquellos que los producen, de la misma manera que un drogadicto depende de la sustancia y de quien se la vende.
Que el discernimiento ciudadano es el mejor antídoto contra la propaganda negra y oscura, concebida con fines de control o manipulación social por gobiernos, partidos, mafias, organizaciones secretas y entes de poder.
Que las universidades, los intelectuales y los medios de comunicación deben convertirse en la conciencia crítica de la sociedad, para advertir a los ciudadanos de los riesgos de creer a pie puntillas todo aquello que los políticos —en su faceta de funcionarios, candidatos o dirigentes— ofrecen y hasta firman en presencia de notarios públicos.
Que un instrumento eficaz para combatir la impunidad declarativa de políticos y gobernantes es la creación de observatorios ciudadanos, con especialistas en la materia, que evalúen la coherencia, consistencia y factibilidad de lo que prometen a los votantes y gobernados.
Un ejemplo de lo anterior fue el portal Lupaciudadana.com que el director de la revista Letras Libres, Enrique Krauze, puso en marcha durante las elecciones presidenciales del 2006 para analizar las declaraciones de los entonces candidatos Felipe Calderón, Roberto Madrazo y López Obrador o el ejercicio, casi similar, que el Centro de Estudios Espinosa Yglesias realizó en el reciente proceso para elegir gobernador de Puebla con las plataformas de Javier López Zavala y Rafael Moreno Valle.
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Simón dice:
«A veces de noche, enciendo la luz para no ver mi propia oscuridad.»
Antonio Porchia (1886-1968). Escritor argentino de origen italiano.
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