¿Qué sabe Gali que los mortales desconocemos?
El presidente municipal de Puebla, José Antonio Gali Fayad, es otro desde hace algunos días. El semblante de cansancio, enfado y hartazgo con que se le veía en sus últimas apariciones públicas desapareció de momento.
Gali no ha dicho nada a sus más colaboradores pero estos ya se percataron del cambio y de su nueva actitud de cara a su próximo informe de gobierno, su licencia definitiva y su postulación como candidato a la gubernatura de Puebla en los comicios del 2016.
¿Alguien sabe qué amarró, a quién convenció o qué logró? ¿O si su renovado entusiasmo está relacionado con una negociación electoral al más alto nivel, con la aceptación de su terna de suplentes o con su propósito de hacer campaña prescindiendo de los ya conocidos operadores morenovallistas?
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Aunque hasta ahora lo más probable es que en Puebla el PAN y el PRD se alíen en los comicios para gobernador del próximo año, no hay que descartar un escenario diferente, sobre todo si en el estado de Tlaxcala las cosas siguen complicándose por los desacuerdos entre sus dirigentes y principales aspirantes a la gubernatura.
En la vecina entidad las senadoras Lorena Cuéllar Cisneros, del PRD, y Adriana Dávila Fernández, del PAN, siguen de la greña y ninguna da muestras de sacrificarse por la otra. Y es que en estricto sentido ambas están empatadas en las mediciones electorales.
Inicialmente había la intención de que en Puebla la alianza PAN-PRD la encabezara un panista, José Antonio Gali, y en Tlaxcala una perredista, Lorena Cuéllar, pero la senadora Adriana Dávila no quiere dar su brazo a torcer, y menos si el beneficiado con esa decisión es el gobernador Rafael Moreno Valle, a quien no le perdona que haya intervenido sus llamadas telefónicas y luego haya filtrado a la prensa sus conversaciones.
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Sobre este asunto resulta interesante el artículo que el miércoles escribió el ex dirigente nacional del PAN, Germán Martínez Cázares, en el periódico Reforma bajo el título PAN + PRD = + PRI
Cito textualmente:
«Y En Puebla, Rafael Moreno Valle sueña con una coalición con el PRD que lo lleve a Los Pinos, mientras ordena a los panistas poblanos obedecer aquella máxima priista: el que se mueve no sale en la foto. Narcisismo, simulación y vieja cultura del acomodamiento priista son los ingredientes para cocinar esa fraternidad PAN-PRD que acaba siendo un suicidio lento pero seguro para el panismo».
«La senadora Adriana Fernández Dávila también puede ganar sola con el PAN. ¿Alianza con el PRD para privar al PAN de su primera mujer gobernadora?»
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Alguien tendría que recordarle a Carolina O’Farril Tapia que hace ya casi cinco años que dejó de ser diputada local, para convertirse en una simple ciudadana con derechos, pero también obligaciones, y que ya no puede presumir un fuero por más influencia que tenga su hijo Israel León O’Farril, director de la Facultad de Comunicación.
La ex presidenta de la Comisión de Derechos Humanos –qué contradicción– de la LVII Legislatura (2008-2011) del Congreso local armó tremenda escena el pasado 23 de octubre, en la Unidad Médico Familiar, del Hospital Universitario, a donde asistió por la tarde a una consulta para atender su salud bucal.
Al ver que no la pasaban de inmediato, como ella demandaba, Carolina O’Farril comenzó a discutir con las enfermeras, a ofender a los otros pacientes que esperaban su turno y presumir su influencia: «no saben quién soy, soy diputada y mi hijo es el director de la Facultad de Comunicación”.
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