LA CORTE DE LOS MILAGROS

El fracaso de la izquierda

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Si algo puso en evidencia la aprobación fast track de la Reforma Energética fue la enorme fragilidad de los partidos de izquierda y su gran dependencia de figuras caudillescas como Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y Andrés Manuel López Obrador.

No solo fueron incapaces de hacer de lado sus diferencias para llegar a un entendimiento mínimo en torno a una sola consulta ciudadana, sino de ponerse de acuerdo para presentar iniciativas y proyectos alternativos a los pactados por el PRI y el PAN.

La izquierda mexicana careció de argumentos y datos duros para ganar el debate público y de estrategias que obligaran al llamado PRIAN a introducir candados legales que evitaran lo que tanto teme con las modificaciones a los artículos 25, 26 y 27 constitucionales.

Su mayor error es que no pudo ni supo involucrar a la sociedad en esta polémica tan trascendente sobre la industria eléctrica y petrolera, para que los ciudadanos se polarizaran y se definieran por uno u otro modelo. Se quedó en los slogans propagandísticos y en las consignas panfletarias del ‘No a la privatización de Pemex’.

Después de los desmanes y excesos de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación en la Ciudad de México y otras entidades como Chiapas y Oaxaca, sus llamados a bloquear la Cámara de Diputados o el Senado para impedir la aprobación de la Reforma Energética, lo menos que generaron fue desconfianza y cierta repulsa social.

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Quizá ello explica la escasa asistencia a los cercos convocados por el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) en Reforma y San Lázaro, sin la presencia del infartado López Obrador o las famélicas marchas y actos de resistencia civil a que llamó el PRD a través del jefe en turno de Los Chuchos, Jesús Zambrano Grijalva.

Para desfortuna de Ricardo Monreal y Martí Batres, Morena mostró que está lejos de ser un partido organizado y estructurado, o con principios ideológicos y posturas programáticas bien definidas. Se evidenció como una agrupación dependiente y al servicio de un líder o un caudillo.

El PRD se vio todavía peor, pues una cosa es la que decía su fundador y líder moral Cuauhtémoc Cárdenas, y otra la que hacía Jesús Zambrano o Jesús Ortega en Los Pinos o en las reuniones del Pacto por México.

Así como a Morena le pegó el ataque cardiaco que sufrió López Obrador, al PRD le hizo falta el oficio parlamentario y la capacidad de negociación o chantaje que mostró su coordinador parlamentario en la Cámara alta, el senador Luis Miguel Barbosa, durante la discusión de la Reforma Hacendaria.

En uno y otro caso, lo que se evidenció es la falta de cuadros de la izquierda y la incapacidad de sus dirigentes para implicar y comprometer a amplios sectores sociales en acciones de resistencia pacífica que obliguen a las autoridades a negociar unos cambios por otros.

O alguien me podría explicar ¿Qué obtuvo el PRD a cambio de su respaldo al Pacto por México y la Reforma Hacendaria más allá de la permanencia de sus actuales dirigentes al frente del sol azteca?

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