LA CORTE DE LOS MILAGROS

Indecisos y volátiles harán la diferencia

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A 17 días del inicio formal de las campañas y 107 de la jornada electoral, el escenario político se ha modificado de manera sustancial respecto a lo que se percibía de la contienda presidencial a finales del año pesado.

El priísta Enrique Peña Nieto dejó de parecer un candidato invencible, aún con la ventaja de 15 puntos que todavía le dan algunas encuestadoras como Consulta Mitofsky sobre su más cercano contendiente, en este caso Josefina Vázquez Mota.

La panista ahora es percibida como una candidata que podría colarse a una final cerrada si mejora su discurso, ajusta su imagen y logra consolidarse en la segunda posición, relegando al candidato de las izquierdas al tercer sitio de las preferencias electorales.

Andrés Manuel López Obrador se observa como estancado y con un discurso en torno a la República Amorosa que no logra entusiasmar a los electores volátiles e indecisos, pese a la buena aceptación que entre la comentocracia han tenido las figuras que ha mencionado como posibles integrantes de su gabinete.

Este nuevo escenario obliga a candidatos, partidos y coaliciones a ser más creativos y propositivos, pues en estricto sentido el proceso aún no está definido a favor de nadie.

Ese 19 ó 20% de ciudadanos que todavía no decide por qué candidato, partido o coalición votar puede modificar las tendencias que actualmente reportan las encuestas y más frente a los proyecciones y prospectivas históricas que revelan que la elección se cerrará de aquí al primer domingo de julio.

Para que el PRI regrese a Los Pinos requiere algo más que un candidato presidencial bien posicionado y soportado por un telepromter. Necesita detener el éxodo de militantes que viene sufriendo en algunos estados como Puebla, sacudirse a dirigentes simuladores u oportunistas como Fernando Morales Martínez, y postular candidatos a diputados y senadores “sin cola” pero que además le sumen votos.

Peña Nieto debe pasar de ser el favorito de las encuestas, para convertirse en una opción de gobierno viable, segura y confiable, y eso no lo conseguirá con un discurso lleno de frases y lugares comunes, sin esencia ni sustancia y maquillado para la televisión. Necesita acreditar en los hechos por qué su victoria marcará un cambio de fondo y no el regreso de un PRI con políticos de nueva generación pero con los vicios y prácticas de antaño.

El reto de Vázquez Mota será convencer a los miles de decepcionados de los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón que ahora sí llegará el prometido cambio y que las estructuras del viejo régimen serán desmontadas para terminar con privilegios, cacicazgos y poderes fácticos como los de Elba Esther Gordillo y el duopolio televisivo.

Y eso implica que no sólo debe modificar su discurso —centrado en su condición de mujer—y su actitud ante las dificultades que el país enfrenta y los rezagos y problemas de inseguridad y desempleo que le heredarán sus antecesores panistas, sino convencer a los votantes de que puede ganar pero que su triunfo se traducirá en continuismo. Los mexicanos ya no quieren más de lo mismo.

El desafío de López Obrador no es menor. Por un lado tiene que definir cuál de los dos Pejes es el verdadero. Si el de hace seis años o el actual y luego ir a la conquista de aquellos electores decepcionados del PAN, pero que tampoco quieren el regreso del viejo PRI con Peña Nieto.

El candidato de las izquierdas debe abandonar el discurso del amor y paz, y retomar aquel que le dio autoridad moral como crítico del PRIAN, pero sin radicalismo ni estridencias, pues de lo contrario corre el riesgo de que los electores switcher o indecisos le den la espalda y él se quede anclado en el tercer sitio más cerca de su quinta rústica de Chiapas que de Los Pinos.

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Simón dice:

“La peor decisión es la indecisión.”

Benjamín Franklin (1706-1790) Estadista y científico estadounidense.


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