Rodolfo Ruiz R.

Son tantos y tan variados los cargos de elección popular que estarán en juego en 2018, que en este y el siguiente año la lista de políticos que irán destapándose como aspirantes a la gubernatura de la entidad será interminable, pero poco realista.

Unos, con posibilidades serias, lo harán con la clara intención de ir ganando terreno en el imaginario colectivo y otros, los más, con el inequívoco propósito de irse posicionando en la opinión pública, pero sobre todo entre los militantes de sus respectivos partidos políticos.

Para comprobarlo sólo hay que leer los sesudos análisis que los columnistas locales han comenzado a publicar dando nombres de los posibles sucesores de José Antonio Gali Fayad en la gubernatura de Puebla, cuando éste ni siquiera ha tomado posesión del cargo.

De los muchos nombres que se mencionan, habría que hacer una primera selección a partir de su capital político, recursos humanos y materiales para emprender una campaña a lo largo y ancho del estado, relaciones con los grupos de poder, y el conocimiento y confianza que de ellos tengan los ciudadanos.

Este filtro es necesario para saber quiénes en realidad están en condiciones de competir por la gubernatura en 2018 y quiénes se promueven para ese cargo a sabiendas que aquella candidatura está fuera de su alcance y posibilidades.

A la inmensa mayoría de los políticos poblanos que han comenzado a destaparse por sí mismos o a través de ciertos comentaristas hay que ubicarlos en el segundo escenario.

Se alistan en la carrera por la gubernatura de Puebla con el objetivo de ganar espacio en los medios de comunicación y en algunos sectores de la opinión pública, para en realidad obtener un premio de consolación cómo podría ser la nominación a la alcaldía de Puebla o al Senado de la República o, ya de perdida, a una diputación federal por la vía plurinominal o un distrito cómodo.

Son los típicos que le tiran a la posición uno, para que en el reparto de candidaturas les caiga la dos o la tres.

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A diferencia de José Antonio Gali Fayad, que consultaba más de lo necesario sus nombramientos de funcionarios municipales con el gobernador Rafael Moreno Valle, Luis Banck Serrato parece tener más libertad en las designaciones de estos.

Al menos eso dejan entrever los nombramientos hechos la semana pasada y ésta a favor de Juan Carlos Morales Páez como secretario de Gobernación; Laura Verónica Escobar Juárez, como secretaria de Desarrollo Social; José Luis Soberanes Reyes, como coordinador general del Implan; y Julio César García Ángeles, como administrador general de Industrial de Abastos Puebla.

En los dos años de gestión municipal de Gali Fayad, el secretario de Gobernación, por citar sólo un caso, siempre fue palomeado por el inquilino de Casa Puebla comenzando por Guillermo Aréchiga Santamaría, Manuel Castañeda Rodríguez, Mario Alberto Rincón González y Mauro Nava Rossano, éste último como encargado de despacho.

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Un tema recurrente en los corrillos políticos y mesas de café es si el gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle Rosas, mantiene vivas sus aspiraciones de postularse como candidato a la presidencia de la República en el 2018.

El propio mandatario estatal ha mantenido una posición ambivalente al respecto, pues a veces parece que todas sus acciones se encaminan a lograr tal propósito, y otras que lo está valorando mejor, en aras de evitar cualquier confrontación con el gobierno federal de Enrique Peña Nieto.

Dicha indefinición no es fortuita, sino resultado del contexto y de las circunstancias políticas nacionales que escapan a su control, como la elección del próximo dirigente nacional del PAN y el enfrentamiento, en el Congreso de la Unión, entre los diputados y senadores de su partido con el presidente de la República, a causa de la Reforma Hacendaria.

Para el gobernador Moreno Valle el escenario ideal sería un acuerdo entre los legisladores y la dirigencia panista con la Presidencia de la República, que garantizara la continuidad del Pacto por México y los acuerdos cupulares entre su partido y los principales operadores políticos del presidente Enrique Peña; y que Gustavo Madero Muñoz pudiera reelegirse como presidente del CEN del PAN.

Sin embargo, son crecientes los riesgos de que las negociaciones se tensen aún más, al grado de reventar la Reforma Política exigida por el PAN —que incluye la creación del Instituto Nacional de Elecciones, al que anoche se opuso el gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila— y demás acuerdos del Pacto por México.

Como presidente de la Conago y miembro de la Comisión Permanente del PAN, Moreno Valle poco o nada ha podido hacer para atemperar las críticas de los senadores y diputados panistas en contra de la Reforma Hacendaria. Ni siquiera los cinco diputados poblanos del PAN la apoyaron, y ya ni se diga el senador Javier Lozano Alarcón.

Otra amenaza que ensombrece el proyecto político futuro del mandatario estatal es la posibilidad de que en una elección interna, Gustavo Madero pierda la presidencia del CEN del PAN frente a la excandidata presidencial Josefina Vázquez Mota, a la que se han aliado los principales operadores yunquistas.

Son estos factores los que hoy tienen atado y ocupado al gobernador, y los que sin duda determinarán su actuar en las elecciones federales intermedias de 2015, en las locales del 2016 y en las presidenciales del 2018.

En suma: el proyecto presidencial de Moreno Valle sigue en marcha pero con un futuro incierto, por un conjunto de variables entre las que destacan cómo se resolverá el conflicto entre el PAN y la Presidencia, la intentona de reelección de Gustavo Madero al frente del CEN y los resultados económicos que obtenga el gobierno de Enrique Peña en el 2014.

Mientras no haya certeza de estas variables, la ambivalencia continuará por lo menos hasta el 2015, cuando el mandatario poblano tendrá que definirse como un activo electoral del PAN o un aliado estratégico del presidente Enrique Peña, roles que por las circunstancias son cada vez más incompatibles en su persona.

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Como consecuencia de los resultados electorales que en Puebla fueron desastrosos para el PRI y la coalición 5 de Mayo, que integró con el PVEM, el nombre del gobernador Rafael Moreno Valle se ha colocado en diversas columnas políticas como uno de los posibles abanderados de su partido, el PAN, a la presidencia de la República en el 2018.

En reuniones en corto, el propio mandatario estatal ha salido al paso de estas versiones para aclarar que esa posibilidad se encuentra muy alejada de la realidad, además de que las condiciones en que se encuentra ahora su partido —dividido y fracturado entre grupos o corrientes aparentemente antagónicas— no garantizan un buen resultado.

Moreno Valle ha dicho —incluso se sabe que al mismo presidente Enrique Peña Nieto— que, por pragmatismo, mejor se concentrará en pasar a la historia como el mejor gobernador de Puebla para, al final de su sexenio, buscar otros espacios que le permitan mantenerse activo en la política nacional, mientras los escenarios de competencia electoral para su partido se componen o al menos no son tan adversos como en la actualidad.

¿Debemos creerle al gobernador?

Yo diría que sí, pero no del todo, pues en el fondo creo que el mandatario estatal no renunciará a su aspiración, aunque tampoco la forzará.

Es más: estoy convencido que su intención de pedir que lo borren de la listas de posibles aspirantes presidenciales del 2018 es más estratégica que real, pues sabe que si el presidente Enrique Peña Nieto lo registra desde ahora como un futuro adversario, no dudará en echar mano de la fuerza y los instrumentos legales y extralegales del Estado para anularlo, antes de que lleguen los tiempos de su sucesión.

Moreno Valle sabe también que el Presidente necesita hoy del PAN y el PRD, así como de los gobernadores de los estados, para asegurar la continuidad del Pacto por México y sacar adelante sus reformas estructurales (entre ellas la fiscal y la energética), con el fin de cumplir sus compromisos de campaña y hacerse de más recursos para lograr tasas de crecimiento similares a los de algunas economías asiáticas emergentes, así como la generación de un millón de empleos anuales.

De ahí que el mandatario estatal aprovechará su arribo, en agosto próximo, a la presidencia de la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago) para congraciarse con el presidente Peña Nieto y convertirse en un efectivo operador de sus reformas, no sólo entre sus homólogos de los estados, sino entre los dirigentes y legisladores del PAN y PRD que lo han respaldado, primero para ganar la gubernatura de Puebla en 2010 y luego para derrotar al PRI en los comicios locales del pasado 7 de julio.

Del éxito o del fracaso de las gestiones de Moreno Valle, en este momento coyuntural, dependerá su futuro político nacional. Si éste consigue o contribuye a las reformas que el Presidente quiere en el marco del Pacto por México, no dude que el de Puebla sea uno de los gobernadores consentidos, como lo fue durante el sexenio calderonista.

Ni tampoco excluya la posibilidad de que Moreno Valle convenza a los dirigentes del PAN y PRD de apoyar las reformas de Peña Nieto, a cambio de una reforma política y electoral que facilite las alianzas, las coaliciones y las candidaturas comunes que en varios estados de la república han sido veneno puro contra el PRI.

En tal escenario, creo que las aspiraciones presidenciales del gobernador poblano estarían más vivas que nunca, aunque en corto diga lo contrario.

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Este martes tomó posesión como nueva integrante de la bancada federal poblana Liliana Castillo Terreros, quien es esposa del diputado local electo y presidente municipal de San Andrés Cholula, Miguel Ángel Huepa Pérez.

Liliana Castillo ocupará la curul que dejó vacante Julio César Lorenzini Rangel, tras su designación como secretario de Desarrollo Rural, Sustentabilidad y Ordenamiento Territorial en el gabinete estatal del gobernador Moreno Valle.

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A propósito. Un rumor creciente en los corrillos políticos cholultecas es que Miguel Ángel Huepa seguirá los mismos pasos de Mario Rincón González, quien este día fue designado por el gobernador como secretario de Desarrollo Social del estado.

Es decir, que a pesar de haber sido electo como diputado local por el distrito de San Andrés Cholula, no tomará posesión de su cargo, sino su suplente, el primo del mandatario estatal: Sergio Moreno Valle Germán.

El trascendido me parecía poco verosímil, hasta antes del nombramiento del diputado electo Mario Rincón como titular de la Sedeso. Ahora creo que puede ser realidad, aun cuando se trate de una acción política legal, pero poco ortodoxa y aséptica.

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