LA CORTE DE LOS MILAGROS

Ganar perdiendo

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La izquierda mexicana está perdiendo una oportunidad de oro al optar por el camino de la confrontación y el caudillaje de Andrés Manuel López Obrador. En lugar de negociar, de cara a la sociedad, un paquete de reformas que amplíen los cauces democráticos, acoten los poderes fácticos y hagan más equitativa la competencia electoral, está apostando a la judicialización del proceso electoral.

La historia que se vivió después de las polémicas elecciones del 6 de julio de 1988, que entronizaron a Carlos Salinas de Gortari en Los Pinos, podría repetirse en perjuicio de la izquierda mexicana si no aprovecha su capital electoral para pactar con Enrique Peña Nieto y el PRI una serie de ajustes y transformaciones al sistema político que privilegien su agenda pública.

En 1988 el Frente Democrático Nacional (FDN) —integrado por tres partidos de izquierda (PSUM, PFCRN y PPS) y una veintena de organizaciones políticas y sociales— postuló a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano como candidato a la presidencia de la República, quien estuvo a punto de ganar, de no haber sido por la caída del sistema y la incapacidad de quienes lo apoyaban para demostrar —con actas de cómputo en la mano—su triunfo en las urnas.

A pesar de haberse convertido en la segunda fuerza política nacional, ni Cuauhtémoc Cárdenas ni el Frente Democrático Nacional fueron capaces de imponer su agenda al ilegítimo y débil gobierno de Carlos Salinas, quien terminó entendiéndose con el PAN de Luis H. Álvarez, no obstante que su candidato presidencial —Manuel J. Clouthier— había quedado en tercer lugar.

Durante el sexenio salinista, el PRI, en alianza con el PAN de Luis H. Álvarez y Diego Fernández de Cevallos, se olvidó del nacionalismo revolucionario y reformó la Constitución y otras leyes para suscribir un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, privatizar empresas estatales como Telmex y la banca, restablecer relaciones diplomáticas con el Vaticano, terminar con el reparto de tierras y permitir la asociación de ejidatarios y empresarios.

De más está decir que estas reformas y cambios favorecieron los intereses políticos, económicos e ideológicos del PAN.

Con López Obrador y la coalición de izquierda compuesta por el PRD, el PT y el Movimiento Ciudadano (antes Convergencia), aquella historia podría repetirse.

Si la izquierda y sus dirigentes no son capaces de negociar y pactar con Peña Nieto —de cara a la sociedad y sin acuerdos en lo oscurito— una agenda política y legislativa mínima, de nada servirá la votación histórica obtenida por Andrés Manuel López Obrador y el Movimiento Progresista en la jornada electoral del 1 de julio.

Sus 15 millones 896 mil 999 votos marcarán una cifra récord, pero nada más.

López Obrador y los partidos que lo apoyan pueden ganar más si ponen sobre la mesa un paquete de reformas políticas y estructurales como las que han sugerido algunos líderes perredistas, como Rosa Albina Garavito http://www.vanguardia.com.mx/cartaalopezobrador-1323418.html y otros intelectuales, en vez de judicializar las elecciones presidenciales.

Sin renunciar a su legítimo derecho de impugnar el proceso y presionar a las instituciones electorales para que sancionen la coacción y la compra de votos a favor de los candidatos del PRI, los dirigentes de la izquierda deben ser más pragmáticos y condicionar el reconocimiento de Peña Nieto a un paquete de transformaciones que amplíen los cauces democráticos.

A corto y mediano plazo, la izquierda y México podrían ganar más si consensan una reforma en materia de medios de comunicación que termine el duopolio televisivo y la concentración de concesiones de radio y televisión en manos de unos cuantos; una reforma laboral que democratice los sindicatos, acabe con los cacicazgos y transparente las cuotas y transferencias de dinero público a los grandes gremios; una reforma fiscal equitativa, donde tributen más los que más ganan; y una reforma educativa que ponga el acento en los alumnos y en la mejora continua de los profesores, mediante evaluaciones periódicas y universales.

De lo contrario el PAN les puede ganar la partida, como ocurrió durante el sexenio de Salinas de Gortari.

Si en 1988 fue grave que, desde su tercer lugar, el PAN actuara como segunda fuerza, hoy sería trágico que la historia se repitiera por la cerrazón de la izquierda de apostarle al todo o nada, y la inflexibilidad de López Obrador de reconocer bajo protesta la victoria de Peña a cambio de una agenda mínima de reformas democráticas.

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¿Sabía usted que el funcionario del gobierno de Rafael Moreno Valle sorprendido por sus vecinos del fraccionamiento residencial La Vista Country Club, robándose una motocicleta del garaje de una casa, fue grabado en su fechoría?

¿Que los hechos ocurrieron la madrugada del día 6 de julio a las 5 horas con 2 minutos?

¿Y que la motocicleta infantil que hurtó la subió en una camioneta negra Durango de su propiedad con placas de circulación TWC 7063 del estado de Puebla?

Pues si no lo sabía, ahora ya lo sabe.

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Simón dice:

“Aquellas personas que no están dispuestas a pequeñas reformas, no estarán nunca en las filas de los hombres que apuestan a cambios trascendentales.”

Mahatma Gandhi (1869-1948) Político y pensador hindú.


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