Espionaje: El escándalo del espía que quiere gobernarnos
Cuando ayer le decía que las revelaciones sobre el espionaje en Puebla durante el sexenio de Rafael Moreno Valle están por llenar páginas enteras en los medios de comunicación locales y nacionales, es porque influyentes políticos de Puebla —enemistados con el morenovallismo— han recibido expedientes electrónicos, audios y transcripciones que los involucran como víctimas de una red de espionaje operada por el recién fallecido Joaquín Arenal Romero y el diputado federal Eukid Castañón Herrera.
En las USBs que políticos del PRI, Morena y hasta del propio PAN han recibido —o comprado— se incluyentes archivos que explican cómo se montó la red de espionaje, qué equipos se adquirieron, cuánto costaron, quiénes los operaban y desde qué lugares (denominados Nidos) se hacían las ilegales intervenciones, así como una relación de personajes que fueron espiados en sus conversaciones privadas durante los años 2013, 2014, 2015 y 2016.
Se sabe que estos expedientes incluyen audios y transcripciones de candidatos, dirigentes partidistas, periodistas y otros protagonistas de las elecciones federales de 2015 y locales de 2016, y que los mismos fueron hechos llegar a enemigos del ex gobernador Moreno Valle por gente que laboró con Joaquín Arenal o con algunos miembros de su estructura operativa, resentidos porque fueron despedidos sin liquidación o se quedaron sin trabajo cuando su jefe enfermó y fue sometido a un trasplante de riñón del que ya nunca se recuperó.
También se sabe que estas intervenciones, captadas de teléfonos celulares, se han ofrecido en venta a ciertos políticos, víctimas de estas ilegales prácticas que la PGR debería investigar de inmediato, entre ellos un alto dirigente del PRI que las habría adquirido en varios miles de pesos con la peregrina idea de evitar su difusión.
En una de las carpetas denominada DOCS se detalla cómo después de que Fernando Manzanilla Prieto sale de la Secretaría General de Gobierno (SGG), el ex delegado de la Estación Metropolitana del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN) en la Ciudad de México, Joaquín Arenal, toma en abril de 2013 el control de lo que era el Centro de Análisis y Prospectiva (CAP), a cargo de Héctor Arrona Urrea, para convertirlo en una oficina clandestina de espionaje político fuera de la estructura de gobierno.
Según Arenal el CAP, que entonces dependía de la SGG, no era un órgano de inteligencia sino “una simple oficina de chismes políticos” que retomaba mucha de la información que ya se había publicado en periódicos y columnas políticas.
A través de contactos de procedencia israelita, Arenal Romero recomendó la adquisición de aparatos CSM 7816 (Sésamo 7816 de manufacturación Smith Myers) para la intervención telefónica celular, equipo que se instaló de manera original en el número 2103 de la Primera Cerrada del Cadete Vicente Suárez (primer nido), a un costado de la entrada principal de La Parroquia de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa.
En los archivos se dice que un segundo nido se instaló a instancias de Sergio Lozano Alarcón, hermano del senador Javier Lozano, en el departamento 4B del edificio ubicado en calle Acatlán número 104, colonia La Paz de la ciudad de Puebla, con el propósito de obtener las llamadas del periodista y dueño del periódico Intolerancia, Enrique Núñez Quiroz.
Se dice que las USBs entregadas a políticos críticos de Moreno Valle contienen más de 1,400 archivos en distintos formatos, Word, PowerPoint, JPG, MP3, Excel y AMR.
Otros archivos de la carpeta DOCS detallan la estructura operativa del centro de espionaje morenovallista, con nombres, direcciones, antecedentes, propiedades y números celulares de sus principales integrantes, entre ellos Roberto Rodríguez Acosta, brazo derecho de Joaquín Arenal, y quien tiene capacitación para el manejo de equipos de espionaje de ex agentes del Mossad; José Antonio Celorio Mansi, responsable directo de la infección de equipos de cómputo y teléfonos celulares de los sujetos de espionaje a través del Sistema de Control Remoto Galileo adquirido a la empresa Hacking Team; Fidencio Domínguez Huerta, encargado de las coordinar y dirigir las tareas en campo a figuras públicas y privadas, y cuyo hijo Alexis Domínguez era el encargado de espiar a los panistas en sus propias oficinas; y Angélica Lezama Ramírez, quien era la encargada de hacer las transcripciones con gran velocidad, incluso en tiempo real.
Ahora entiende por qué le decía que el escándalo del espionaje en Puebla apenas comienza.
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