La engañosa propuesta de eliminar plurinominales
¿Es conveniente reducir en una quinta parte la Cámara de Diputados y en una cuarta parte la Cámara de Senadores, en aras de reducir el gasto público y facilitar la construcción de acuerdos en el Congreso de la Unión?
Sin lugar a dudas la respuesta es afirmativa, pero en un esquema distinto al propuesto por la dirigencia nacional del PRI, que sólo se ha pronunciado por la desaparición de 100 diputados y 32 senadores plurinominales, pero sin explicar cómo se mantendrían los equilibrios en el Congreso de la Unión, ni cómo se garantizaría que los porcentajes de votación obtenidos por cada partido se reflejaran en la composición de sus cámaras.
En la actual coyuntura política, el planteamiento del PRI resulta no sólo tramposo y populista —pues qué mexicano estaría inconforme con la desaparición de curules y escaños de legisladores federales—, sino altamente perverso, pues a través de él se pretende desacreditar el mecanismo de la consulta ciudadana y trivializar la demanda del PRD de someter al veredicto popular la reforma energética.
Antes de que la Suprema Corte valide la consulta priísta, es necesario que su dirigente nacional César Camacho Quiroz explique qué pasará con el sistema electoral mixto, cómo se medirá su eficiencia partiendo de la premisa de que los votos se convierten en escaños, cómo se evitará la sobrerrepresentación del PRI y la sub representación de sus opositores, y cómo se garantizará el derecho de representación de las minorías.
Si en la lógica camachista o peñanietista, la intención de eliminar a la mitad de los diputados y senadores de representación proporcional es buscar ahorros en el gasto corriente y facilitar la construcción de acuerdos entre las distintas fuerza políticas, por qué no de una buena vez se plantea la desaparición de todos los plurinominales, y —ya metidos en el tema— la sustitución de un sistema presidencialista por uno de tipo parlamentario.
Mi sugerencia no es descabellada, considerando que el sistema de mayoría simple, no sólo es el más viejo y sencillo, sino el predominante en los países de habla inglesa, y en los que el poder político reside mayoritariamente en un parlamento.
Eso sí garantizaría ahorros sustanciales, pues ya no tendríamos que pagar las costosas campañas presidenciales de cada seis años, ni las gigantescas estructuras burocráticas de un Poder Ejecutivo omnímodo y omnipotente o de una presidencia casi imperial.
Bajo un sistema de gobierno parlamentario incluso hasta podría resucitar el difunto Pacto por México o cuando menos algunos de sus compromisos, como el 87 que planteaba impulsar una reforma constitucional para otorgarle al Presidente la facultad de optar entre gobernar con minoría política o gobernar a través de una coalición legislativa y de gobierno.
La propuesta de César Camacho de quitar 100 diputados y 32 senadores plurinominales no puede considerarse seria, mientras el dirigente priísta no explique cómo se resolverá el problema de la sobre y sub representación de los partidos en el Congreso de la Unión.
Si hoy que la Cámara Baja se integra con 500 diputados, el PRI está sobrerrepresentado 12.75 puntos, considerando su porcentaje de votación en 2012 (29.85%) y lo que representan sus 213 diputados (el 42.6% de las curules), ¿se imagina cuánto más crecería esta sobrerrepresentación con la eliminación de 100 diputados plurinominales?
En México, la representación proporcional es un mecanismo de compensación electoral. No una dádiva del PRI.
Los sistemas de representación proporcional justamente intentan resolver este problema asignando a cada partido tantos representantes como correspondan a la proporción de su fuerza electoral, al buscar igualar el porcentaje de sufragios obtenidos en las urnas con el de representantes en los órganos legislativos y de gobierno.
Gracias a los diputados plurinominales, el PAN y el PRD tienen casi tantas curules como votos en las elecciones de 2012.
Sin este mecanismo de compensación, ambos partidos estarían subrepresentados. El PAN sólo tendría 52 diputados, en lugar de los 114 que hoy tiene, y el PRD únicamente se habría quedado con 58 de los 100 que hoy conforman su bancada.
De ahí la importancia de los diputados plurinominales, y de mantener en México el sistema electoral mixto con predominancia mayoritaria.
Al comenzar mi colaboración advertí que sí era posible bajar de 500 a 400 el número de curules. Lo ratifico, pero creo tal reducción debe darse guardando las proporciones de nuestro complejo sistema electoral, por el cual el 60% de los diputados son electos por mayoría simple en distritos uninominales, y el restante 40% por la vía de la representación proporcional.
De otra manera son las más los riesgos que los aparentes beneficios que pueden obtenerse con la populista y distractora propuesta del PRI.
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Etiquetas:Cámara de Diputados, César Camacho Quiroz, Congreso de la Unión