LA CORTE DE LOS MILAGROS

¿Quién asesora al gobernador?

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Algo, alguien o algunos no están funcionando en el gobierno de Sergio Salomón Céspedes, pues no es posible que al Ejecutivo estatal no le adviertan de las consecuencias de algunas decisiones o nombramientos que iban a resultar, como ha sucedido, fallidos o contraproducentes para su gestión.

Los casos que mejor ilustran lo anterior son los de Sandra Izcoa Reyes, a quien se promovió como la nueva directora de Comunicación Social de la Secretaría de Gobernación del estado, y de Ardelio Vargas Fosado, quien fue designado subsecretario de Desarrollo Político de la misma dependencia.

En ambos nombramientos es obvio que el gobernador Céspedes ponderó la experiencia, capacidad y conocimiento de los designados en las asignaturas que les encomendó, pero se equivocó en el timing y minimizó las circunstancias y el contexto político de una y otra decisión.

Me explico.

Supongo que el Ejecutivo valoró el talento y las habilidades de Sandra Izcoa como comunicadora política para promover y posicionar a Julio Huerta Gómez como secretario de Gobernación del estado y como aspirante de Morena a la gubernatura de Puebla.

Pero que minimizó o no ponderó lo suficiente cuáles podrían ser las reacciones de tal nombramiento y las críticas que se desatarían entre los militantes de Morena y los barbosistas que dominan el partido y ciertas áreas de la administración pública estatal, a los que aquella tanto combatió, primero como operadora de medios de Martha Erika Alonso en la campaña electoral de 2018, luego como secretaria de Prensa del Comité Directivo Estatal del PAN y de su presidenta Genoveva Huerta Villegas, y al final como operadora de redes sociales de políticos y aspirantes del PAN, PRD y otros actores vinculados al frente amplio opositor.

Por qué nadie del primer círculo del gobernador Céspedes le anticipó de la polvareda que levantaría con la llegada de Sandra Izcoa al equipo de comunicación social y política de Julio Huerta, ni siquiera el entonces secretario de Gobernación del estado.

Con Ardelio Vargas Fosado ocurrió algo similar. Este fue nombrado la tarde del miércoles 21 de junio como subsecretario de Desarrollo Político de la Segob del estado, en sustitución de un casi desconocido empresario llamado Víctor Correau Galeazzi, que fue regresado al organismo público descentralizado Ciudad Modelo.

Su designación generó reacciones negativas, no sólo por los antecedentes de Ardelio Vargas en los gobiernos federales del PRI y el PAN, y en el sexenio de Moreno Valle, sino por su paso en el CISEN, la Policía Federal Preventiva, la Agencia Federal de Investigación y el Instituto Nacional de Migración, donde su fama de represor y violentador de derechos humanos se acrecentó.

El extinto gobernador Barbosa que lo regresó a Puebla como su asesor en asuntos de seguridad y gobernanza, quiso promoverlo como secretario de Seguridad Pública del estado o el gobierno de la capital, pero nunca tuvo el aval del gobierno de la República por los antecedentes y nexos de aquel con funcionarios de Felipe Calderón y Enrique Peña como Genaro García Luna, que se lo recomendó a Moreno Valle como secretario de Seguridad, y Eduardo Medina Mora.

¿Por qué esta información nadie se la compartió al gobernador Céspedes, por qué nadie de su círculo cercano lo previno de lo que podría ocurrir, no acaso para eso están sus asesores y sus funcionarios de inteligencia y Gobernación?

Lo peor de todo es que lo sucedido con Ardelio Vargas también podría alcanzar a otros funcionarios estatales, que también fueron muy cercanos a García Luna como el actual titular de la Fiscalía General del Estado, Gilberto Higuera Bernal.

Para nadie es un secreto que el gobernador Céspedes ha tratado de enderezar el barco al que se subió a la muerte de Barbosa, de dejar en el pasado los odios y rencores con que gobernó su antecesor, de recorrer y visitar los municipios y comunidades que por tres años estuvieron abandonados y de reconstruir el tejido social y las relaciones entre sectores.

Todo eso lo viene haciendo, pero alguien debe apoyarlo al menos investigando y filtrando los nombres que se le proponen, para que no lo sorprendan o lo obliguen a dar marcha atrás como ya ocurrió con Sandra Izcoa y Ardelio Vargas.

Sobre todo, ahora que está por anunciar nuevos ajustes y nombramientos, entre ellos el de quien se hará cargo de la Secretaría de Gobernación tras la renuncia de Julio Huerta Gómez.

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