Eduardo Rivera: para ser gobernador necesita corregir el rumbo
Si Eduardo Rivera Pérez de verdad quiere ser gobernador y ganar los comicios locales de 2024, va a tener que realizar lo que desde un principio debió hacer: ganarse el respaldo ciudadano, más que el apoyo del gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta.
También tendrá que buscar aliados confiables que le sumen votos reales y le garanticen rentabilidad electoral, a ciudadanos comprometidos y con liderazgo social y comunitario, más que a dirigentes partidistas de membrete que sólo ofrecen respaldarlo en el papel, pero en realidad no aportan cuadros, ni recursos para construir un auténtico bloque opositor.
Rivera Pérez no tiene que salir a recorrer el estado, ni visitar los municipios de la Sierra Norte, la Sierra Negra y la Mixteca para darse a conocer o manifestar su intención de convertirse en gobernador, como se lo recomendó este domingo el dirigente nacional del PAN, Marko Cortés Mendoza.
Lo que en realidad tiene que hacer es concentrarse en dirigir y coordinar un gobierno eficiente, honesto, creativo e innovador; lo que no está sucediendo, porque varios de sus colaboradores e integrantes de su gabinete no lo son. El cargo les quedó grande.
En retrospectiva, Eduardo Rivera debería analizar uno por uno a los secretarios y directores que conforman su actual gestión, con los que tuvo en su primer gobierno como alcalde de la capital. Francamente, los de hoy no son mejores.
Otra cosa que el alcalde debe hacer, es mejorar su comunicación hacia adentro y hacia afuera del ayuntamiento; revisar la rentabilidad de sus convenios; comunicar sus logros, la problemática económica y financiera del ayuntamiento; explicar por qué necesita un crédito de 137 millones de pesos; demostrar que las obras y proyectos que busca emprender se harán con las mejores constructoras y empresas, y a los mejores costos; y contrastar estas acciones con las del gobierno del estado.
Contrastar no significa pelear, ni confrontarse; lo que sí conlleva este ejercicio es una comparación de estilos, formas y proyectos de planear, jerarquizar y ejecutar, de hacer las cosas, ejercer los recursos públicos y transparentarlos.
Y tengo la impresión de que justamente eso es lo que el presidente municipal y su círculo más cercano de colaboradores no ha querido hacer, para evitar lo que hoy parece inevitable de cara a los comicios locales del 2024 y la sucesión del gobernador Barbosa.
Si el alcalde, sus secretarios y asesores creyeron que podrían transitar del ayuntamiento de Puebla al gobierno del estado, sin mancharse y sin confrontarse con quien en los hechos representa localmente la Cuarta Transformación o los intereses de Morena, o con el apoyo encubierto del gobernador Barbosa, se equivocaron, erraron el diagnóstico y ahora pagan las consecuencias.
Si Eduardo Rivera de verdad quiere ser gobernador necesita corregir el rumbo del primer año de su segunda administración, replantearse objetivos de corto (2022), mediano (2023) y largo plazo (2024) y entender que la gubernatura no le caerá por una alianza o coalición PAN-PRI-PRD y anexas, sino por los resultados de su ayuntamiento, por los logros tangibles y medibles de su gestión, y por el respaldo que tenga de sus gobernados.
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