LA CORTE DE LOS MILAGROS

Las corcholatas barbosistas

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El gran problema del gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta y su póker de aspirantes a sucederlo, es que nadie, salvo su promotor y ellos mismos, les ve posibilidades serias, ya no de ganar los comicios locales del 2024, sino de obtener siquiera la nominación de Morena y sus partidos aliados.

Dicen que, para ser, hay que parecer, y los secretarios del gabinete barbosista (Olivia Salomón Vivaldo, de Economía; Melitón Lozano Pérez, de Educación y José Antonio Martínez García, de Salud), así como el presidente de la Junta de Gobierno del Congreso del estado, Sergio Salomón Céspedesno parecen candidatos a la gubernatura.

La clase política, incluidos los cuadros más representativos de Morena a nivel local y nacional, no perciben a ninguna de las corcholatas barbosistas como aspirantes con potencial para la gubernatura. Se cree, sí, que puedan ser candidatos quizás al Senado, una diputación federal o, si acaso, a la presidencia municipal de Puebla. Pero nada más.

Esta situación explica tres cosas:

La orquestada campaña que el gobernador Barbosa y su pléyade de columnistas y directores de medios de comunicación han emprendido contra el coordinador de la fracción de Morena en la Cámara de Diputados, y ahora presidente de la Junta de Coordinación Política, Ignacio Mier Velazco, a la que, por cierto, se han sumado la presidenta estatal de Morena, Olga Lucía Romero, y dos de sus corcholatas: Céspedes Peregrina y Salomón Vivaldo.

La creciente versión —a la que también le hace eco el propio Ignacio Mier, con la intención de desacreditar a Barbosa dentro de las filas morenistas—, en el sentido de que el verdadero candidato del gobernador a sucederlo en el 2024 es el presidente municipal de Puebla, el panista Eduardo Rivera Pérez. La especie me resulta absurda e ilógica, pero hay quien la cree, incluidos varios panistas.

Los acercamientos que vienen dándose de uno y otro lado entre el gobernador Barbosa y el senador Alejandro Armenta Mier. La verdad es que, ni uno ni otro se aprecian, ni se tienen confianza, pero ante la eventualidad de que Ignacio Mier le gane la nominación a la gubernatura, han optado por una tregua que eventualmente podría terminar en alianza.

¿Qué puede ocurrir?

Puede suceder lo que le he venido diciendo desde hace algunos días: que, ante la embestida gubernamental emprendida contra Mier, y secundada por actores políticos y medios de comunicación locales, éste sufra tal desgaste que su candidatura termine siendo inviable o percibida con un alto riesgo de derrota, lo que llevaría a Morena a buscar otras alternativas.

Que la dirigencia nacional de Morena descarte las corcholatas del gobernador Barbosa para sucederlo en Casa Aguayo, para castigar su rebeldía o traición a la 4T.

Y que, en ese escenario de polarización y confrontación interna, Morena y el candidato presidencial podrían optar por una tercera vía, que les garantice ganar las elecciones y un gobierno, si no antagónico al gobernador saliente, sí alejado de él y sus intereses, lo que podría favorecer al hoy senador Alejandro Armenta.

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Este miércoles hubo comida en Casa Aguayo. El gobernador Barbosa se reunió con coordinadores parlamentarios del Congreso del estado.

En el evento estuvieron todos los coordinadores y trascendió que se tomó la decisión de que el priista Néstor Camarillo Medina siempre si presidirá la Mesa Directiva del poder Legislativo el próximo semestre, a partir del 15 de septiembre, cuando iniciará el segundo año de la LXI Legislatura.

Aunque había inconformidades entre legisladores de la coalición Va por Puebla (PAN, PRI y PRD), se respetó la designación porque era un asunto previamente pactado entre el gobernador Miguel Barbosa y el coordinador de la bancada priista, Jorge Estefan Chidiac.

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