Concurso de acarreo, las elecciones internas de Morena
No hay que ser adivino, ni tener bola de cristal para adelantarse a lo que sucederá en las elecciones internas de Morena del sábado 30 de julio: un desmadre.
El caos y el desorden son previsibles, ya que ese día los simpatizantes de Morena podrán afiliarse y los que ya son miembros refrendar su militancia, y todos ellos votar por quienes se registraron para ser congresistas estatales y nacionales.
En Puebla se llevarán a cabo de manera simultánea 15 votaciones, una por cada distrito electoral federal, en donde se elegirán 10 congresistas (5 hombres y 5 mujeres) para hacer un total de 150 en el estado.
Estos congresistas se convertirán en consejeros estatales, y algunos de ellos en consejeros nacionales. Los primeros serán los encargados de elegir a los miembros del Comité Ejecutivo Estatal, el 13 de agosto, y los segundos a los integrantes del CEN, con excepción del presidente y la secretaria General.
Como es obvio suponer, las votaciones en Puebla y en otros estados serán una competencia de operadores-movilizadores para acarrear gente que primero se afilie a Morena, y luego vote por los candidatos que les indiquen.
Localmente, el grupo político del gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta se está apoyando en presidentes municipales y diputados locales, así como en algunas estructuras y delegados gubernamentales de la Secretaría de Gobernación, la Secretaría de Desarrollo Rural y la Secretaría del Bienestar, coordinados por el director general de Gobierno, Julio Huerta Gómez, así como por Jorge Mota Jiménez —que heredó parte de las estructuras de Eric Cotoñeto Carmona — y el ex diputado federal Agustín Guerrero Castillo.
Otros grupos antagónicos al gobernador Barbosa, entre ellos el encabezado por el diputado federal Ignacio Mier Velazco, también están echando mano de estructuras gubernamentales, pero del ámbito federal, como los llamados Siervos de la Nación, dependientes de la Secretaría y la Delegación del Bienestar, que son los encargados de bajar y entregar los recursos a los beneficiarios de los programas sociales.
El resultado de este caótico proceso de renovación de Morena es previsible: impugnaciones antes y después de las elecciones del sábado, acarreo y compra de votos, roces y enfrentamientos en las filas de afiliación y votación, y la suspensión de algunas asambleas, por violencia y la ausencia de condiciones para el desarrollo de una jornada democrática.
Tal como están planteadas las votaciones, lo más probable es que el grupo del gobernador se haga —no sin problemas— de la mayoría de los congresistas estatales y que de esta situación lleve a sus críticos y opositores a demandar la nulidad del proceso, a desconocer a los congresistas estatales surjan y a los dirigentes que estos elijan para un periodo de tres años.
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