PRI: de aliado electoral del PAN a colaboracionista de Barbosa
La alianza electoral y política que el PAN y el PRI hicieron en Puebla para enfrentar a Morena en las elecciones del año pasado y para impulsar una agenda legislativa y programática común, en los hechos se ha venido disolviendo, diluyendo.
Las explicaciones pueden ser muchas, pero creo que dos son las más importantes.
Una es que el poder y la influencia del gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta han pesado más en el ánimo de los dirigentes, diputados y presidentes municipales emanados del PRI, que la alianza de estos con el PAN y con el jefe político de este partido en Puebla, el alcalde capitalino Eduardo Rivera Pérez.
La otra es que, en la práctica, los priístas perciben que pueden obtener más beneficios y prebendas en materia de presupuesto, obra pública y posiciones en la administración estatal como colaboradores de los gobiernos morenistas, que como aliados políticos del PAN.
Al menos así lo han comprobado con creces en el Poder Legislativo, donde la influencia del coordinador parlamentario del PRI, Jorge Estefan Chidiac, parece mayor que la del coordinador de Morena y presidente de la Junta de Gobierno y Coordinación Política de la LXI Legislatura, Sergio Salomón Céspedes Peregrina.
El colaboracionismo del PRI está siendo de gran ayuda al gobernador Barbosa de cara a su sucesión gubernamental en el 2024.
De entrada, porque el colaboracionismo del PRI merma las posibilidades del PAN, que se perfila como el principal competidor de Morena y sus aliados en las elecciones federales y locales del 2024, y porque esta circunstancia da a Barbosa la oportunidad de incidir en su propia sucesión gubernamental.
Si bien el gobernador Barbosa carece de la fuerza suficiente para dejar sucesor, la influencia que ejerce sobre el PRI y algunos de sus dirigentes y operadores electorales sí le da la posibilidad de inclinar la balanza dentro de Morena y quizás hasta de impedir que Acción Nacional recupere la gubernatura.
En ese contexto hay que interpretar los acercamientos que el gobernador Barbosa ha tenido en los últimos días con figuras y actores políticos del PRI, entre ellos su presidente nacional Alejandro Moreno Cárdenas “Alito” en la residencia del diputado Jorge Estefan Chidiac.
Una cuestión que en las últimas elecciones ha quedado clara es que los priístas por sí mismos no tienen la posibilidad de ganar la gubernatura, la presidencia municipal de Puebla o la mayoría parlamentaria en el Congreso del Estado, pero sí la posibilidad de inclinar la balanza a favor o en contra de Morena.
En los comicios locales de 2018 los priístas se aliaron con Moreno Valle y Martha Erika Alonso Hidalgo ganó la gubernatura; en las extraordinarias de 2019 se la jugaron con Miguel Barbosa, bajo la operación de Guillermo Pacheco Pulido y Fernando Manzanilla Prieto, y aquel se convirtió en gobernador; y en los comicios del año pasado fueron aliados del PAN y Eduardo Rivera Pérez, y éste ganó la alcaldía capitalina, y los panistas pudieron recuperar los ayuntamientos de San Andrés y San Pedro Cholula, entre otros.
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