Abed Rouanett o el efecto Chimoltrufia
El gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta tuvo un giro de 180 grados en su discurso respecto a uno de los empresarios beneficiados del morenovallismo, el ingeniero José Abed Rouanett, a quien este lunes hizo un reconocimiento como gran poblano, precursor de la grandeza de Puebla, y generador de fuentes de empleo, riqueza y mejores condiciones de vida.
José Abed es el empresario que en la administración de Rafael Moreno Valle construyó el Centro Integral de Servicios (CIS) de la zona de Angelópolis, bajo el esquema de Proyecto para la Prestación de Servicios (PPS), obra que en su momento el gobernador Miguel Barbosa calificó como un monumento a la frivolidad, y cuyo contrató intentó cancelar.
En su campaña por la gubernatura y ya como gobernador electo, Barbosa declaró que no despacharía desde el CIS, ya que “la sede de los poderes públicos debe ser sobria y austera”, porque este complejo de edificios constituía “un monumento a la frivolidad, la opulencia, el derroche y la arrogancia” y porque su construcción generó al Estado una elevadísima deuda, de 25 millones de pesos mensuales durante más de dos décadas.
De esas críticas se olvidó esta tarde el mandatario estatal al inaugurar el Congreso Americano de la Federación Internacional de Automovilismo (FIA), de la cual el ingeniero José Abed es vicepresidente. A diferencia de hace 27 o 30 meses, hoy Barbosa elogió la generosidad del desarrollador del CIS, calificándolo de ingeniero de a de veras, por sus obras y edificaciones en muchas partes del mundo, y por su historia fabulosa digna de un libro.
Todo mi reconocimiento a un gran poblano, precursor de la grandeza de Puebla, quien generó fuentes de empleo, riqueza para el estado y mejores condiciones de vida, es un orgullo el ingeniero José Abed. pic.twitter.com/uIU5WTskYh
— Miguel Barbosa (@MBarbosaMX) November 1, 2021
Los tres nuevos consejeros del Instituto Electoral del Estado (IEE), que este miércoles entrarán en funciones, en sustitución de Luz Alejandra Gutiérrez Jaramillo, Juan Pablo Mirón Thomé y José Luis Martínez López, están lejos de tener el reconocimiento de los directores y el personal operativo del organismo, por lo que la impugnación de sus nombramientos fue hasta celebrada por varios de ellos.
La más cuestionada es la consejera Susana Rivas Vera, por su inexperiencia en cuestiones electorales y porque, aseguran, tampoco se distinguió a su paso por el IEE como una experta en redes sociales o como una comunicadora social destacada, sino más bien como una persona entrometida y conflictiva en las mesas de trabajo en las que llegó a participar.
El segundo más criticado es Juan Carlos Rodríguez López, quien se desempeñaba como encargado de despacho de la Dirección Técnica del IEE, desde la que siempre mantuvo un bajo perfil, limitándose a presentar los proyectos que se le instruían sin confrontarse con los representantes de los partidos políticos y los consejeros electorales cuando estos los censuraban o rebatían.
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