LA CORTE DE LOS MILAGROS

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El voto switcher, en la debacle priísta

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Si bien la ventaja de 20 puntos del panista Eduardo Rivera Pérez sobre el priísta Mario Montero Serrano en las elecciones para presidente municipal de Puebla no deja de llamar la atención, lo realmente sorprendente es el desplome del PRI.

Veamos:

En las elecciones de 2004, donde el candidato del tricolor a la alcaldía capitalina fue Enrique Doger Guerrero, el PRI obtuvo 242 mil 804 votos, equivalentes al 49.42% de la votación; y en las de 2007, con Blanca Alcalá Ruiz, 224 mil 538 sufragios, que representaron el 50.65% de la votación.

En cambio, en las elecciones del domingo pasado, la Alianza Puebla Avanza —conformada por el PRI y el PVEM— registró 192 mil 046 votos, que corresponden al 36.92% de la votación, de acuerdo con el último corte del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP).

Con respecto a 2004, el retroceso del PRI es de más de 50 mil votos y con respecto a 2007 de más de 32 mil.

Esta caída es —en realidad— mayor, si se consideran un par de cuestiones: la primera es que en esta elección el PRI no fue solo sino en coalición con el PVEM, y que la lista nominal de electores del municipio de Puebla ha crecido al menos un 6% entre 2004 y 2010.

¿Cómo explicar este desplome?

Una primera explicación radica, sin duda, en el candidato Mario Montero Serrano, cuyos atributos, desde el comienzo de la contienda, nunca fueron bien valorados por la mayoría de los votantes.

El exsecretario de Gobernación de Mario Marín ciertamente era un priísta conocido y con trayectoria en la política, el PRI y la administración pública, pero con bajos niveles de confianza y potencial de voto.

Una segunda explicación —y creo la más relevante— es que en estos comicios el PRI no sólo sobredimensionó su voto duro y leal, sino que renunció a la conquista del elector volátil o switcher.

Mario Montero y sus estrategas creyeron que el voto duro y leal del PRI sería suficiente para ganar el proceso, en un escenario de baja participación electoral.

Es obvio que se equivocaron y que los electores volátiles o switcher fueron cachados por el candidato de la coalición Compromiso por Puebla.

Sólo así se explica la votación histórica alcanzada por Eduardo Rivera en los comicios del domingo, que rebasa con mucho la obtenida por Acción Nacional en anteriores elecciones.

En 2001, cuando ganó la alcaldía de la capital con Luis Eduardo Paredes Moctezuma, el PAN logró 170 mil 880 votos; en 2004, 198 mil 744; y en 2007, 129 mil 156.

Los más de 294 mil sufragios que Eduardo Rivera obtuvo en la jornada dominical, no sólo representan 127% más con relación a 2007, sino un crecimiento de casi 100 mil con respecto a su máximo histórico en una elección para presidente municipal.

Tres son los factores que explican la cifra alcanzada por la coalición Compromiso por Puebla en la capital: uno, es la ola generada por el candidato opositor a la gubernatura, Rafael Moreno Valle; dos, el perfil fresco, juvenil y plural de Eduardo Rivera y su planilla de regidores y síndico y; tres, la participación ciudadana del 56% o más de los inscritos en la lista nominal del municipio.

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La aprobación fast track de la cuenta pública del gobernador Mario Marín correspondiente al 2009, que los diputados de la fracción del PRI pretenden llevar a cabo este jueves, da mucho en qué pensar.  Resulta que el viernes de la semana pasada, los diputados miembros de la Comisión Inspectora del Órgano de Fiscalización Superior (OFS) fueron convocados a una sesión urgente, que se realizó hoy y que continuará mañana.

En la sesión de hoy, efectuada en las instalaciones del OFS, los diputados aprobaron los dictámenes con las cuentas públicas de los poderes legislativo y judicial, y se espera que mañana aprueben la del titular del Poder Ejecutivo, para que el jueves pase al pleno y sea aprobada por la mayoría de los diputados de la LVII Legislatura local.

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Simón dice:

Después de un fracaso, los planes mejor elaborados parecen absurdos.

Fiodor Dostoievski (1821-1881). Novelista ruso.

 

 

Pros y contras de las coaliciones en la elección de gobernador

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*Puebla Avanza aventaja a Compromiso por Puebla por 15 puntos

*El PAN ante el reto de impulsar una figura ciudadana en la capital

Si bien a estas alturas del proceso electoral, la coalición Puebla Avanza–conformada por el PRI y el PVEM— arranca con ventaja, nadie en su sano juicio puede asegurar que la coalición Compromiso por Puebla –integrada por el PAN, el PRD, el Panal y Convergencia— carezca de alguna posibilidad de ganar la gubernatura.

El triunfo de una u otra coalición dependerá de cómo le sacan provecho a sus fortalezas y oportunidades y de cómo atemperan sus debilidades y amenazas de aquí al día de la elección, prevista para el primer domingo de julio.

Hoy por hoy la principal fortaleza de Puebla Avanza radica en la estructura territorial del PRI, en la aceptación y aprobación que el gobierno de Mario Marín Torres tiene entre la mayoría de los ciudadanos, y en la capacidad de operación y movilización de su candidato a la gubernatura, Javier López Zavala.

De acuerdo con diversas encuestas electorales, la alianza PRI-PVEM lleva la delantera, al sacar a sus contendientes agrupados en la coalición Compromiso por Puebla una ventaja de 15 puntos, ventaja que podría ampliarse o reducirse en función de quién sea su candidato a la presidencia municipal de Puebla.

La mayor debilidad de Puebla Avanza radica en el exceso de confianza que con frecuencia exhiben sus estrategas y operadores, como si ya tuvieran ganada la elección, no obstante los riesgos y amenazas que aún tienen que sortear en el corto y mediano plazo, como son las fracturas que seguramente se darán en su proceso interno de selección de candidatos a presidentes municipales; la casi segura escisión de Enrique Doger Guerrero, después de que el TRIFE desechó el juicio que promovió en contra del PRI por haberle negado su registro como precandidato a la gubernatura, y la factura que le pasarán aquellos grupos políticos marginados o desplazados por el marinismo.

Por lo que hace a la coalición Compromiso por Puebla, es claro que su mayor fortaleza gira en torno a la figura de su candidato a la gubernatura, Rafael Moreno Valle Rosas, por su posicionamiento electoral, su potencial económico, y sus alianzas con grupos locales y nacionales.

Sin embargo, lo que Moreno Valle y los partidos que lo respaldan aún no consiguen es atraer para su causa el voto switcher, es decir, el de aquellos electores sin definición ideológica partidista, que en una elección pueden sufragar por el PAN, en otra por el PRI y en otra hasta por el PRD.

Y es que hasta ahora su oferta política se ha limitado a una consigna sacar al marinismo y al PRI de Casa Puebla, y a una campaña de polarización, donde Moreno Valle es publicitado como el candidato del cambio, la innovación y el pluralismo democrático, en contraste con López Zavala que es vendido como el proyecto transexenal de Mario Marín, y como el candidato del continuismo y del PRI tradicional que se resiste a cambiar.

Razones éstas que no parecen ser suficientes para que los electores, sobre todo los switchers, tomen la decisión de apostarle a la alternancia partidista en Casa Puebla.

El convenio de coalición celebrado por los partidos opositores no vislumbra agradables sorpresas en materia de candidatos a presidentes municipales y diputados al Congreso del estado, sino más bien un reparto de cuotas.

El hecho de que PAN, PRD, PANAL y Convergencia no se hayan puesto de acuerdo sobre una candidatura ciudadana a la presidencia municipal de Puebla, y sobre quienes serían sus principales cartas al Poder Legislativo, no es un buen augurio del futuro de la coalición Compromiso por Puebla.

Y menos por el tipo de convenio registrado ante el Instituto Electoral del Estado, por el cual el PAN se quedó con 140 candidaturas de presidente municipal –entre ellas la de la capital, pero condicionada a una figura ciudadana— y 13 distritos; el PRD con 43 municipios, 5 distritos y la primera diputación plurinominal; el PANAL con 24 municipios, 5 distritos y la segunda diputación plurinominal, y Convergencia con 10 municipios, 3 distritos y la tercera diputación plurinominal.

Con este convenio de coalición será difícil que los partidos opositores cedan sus cuotas a figuras ciudadanas para que éstas se conviertan en diputados en la próxima legislatura local, sin embargo aún hay tiempo.

La pauta podría darla el PAN con el candidato que nombre a la alcaldía de la capital; si éste o ésta en un personaje conocido y reconocido por todos los poblanos, seguramente las posibilidades de la coalición opositora pueden crecer e incluso meter en aprietos a la alianza Puebla Avanza, que tiene en Javier López Zavala y en Mario Marín Torres a sus principales protagonistas.

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Simón dice:

«No preguntemos si estamos plenamente de acuerdo, sino tan sólo si marchamos por el mismo camino».

Johann Wolfgang Goethe (1749-1832) Poeta y dramaturgo alemán.

Respuesta a mis críticos

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A raíz de lo que ayer publiqué sobre la coalición opositora, recibí algunos insultos, llamadas telefónicas y correos electrónicos para criticarme por unirme al Coro de Niños Cantores de Zavala o para hacerme algunos planteamientos que, desde su perspectiva, echarían por tierra mis hipótesis.

Tres fueron las líneas argumentativas de mis críticos. La primera, que Javier López Zavala no es Mario Marín Torres, y que la aprobación que hoy tiene el gobernador del estado no puede hacerse extensiva al que fuera su secretario de Gobernación y de Desarrollo Social, punto en el que estoy de acuerdo.

Un segundo argumento es que Mario Marín ganó la gubernatura en 2004 —superando a su contrincante del PAN, Francisco Fraile García, con más de 244 mil votos— gracias a que en esas elecciones llevó como candidato a la presidencia municipal de Puebla al entonces rector de la BUAP, Enrique Doger Guerrero.

Quienes esto arguyen, me dan dos elementos adicionales: uno, que Rafael Moreno Valle Rosas no es un candidato apocado como Francisco Fraile; y dos, que López Zavala no cuenta con una figura ciudadana que atraiga el voto switcher para el PRI, como ocurrió hace seis años con Enrique Doger. En ambas cuestiones también estoy de acuerdo. 

 

Un tercer argumento de mis críticos es que cuando Mario Marín fue candidato a gobernador, los votantes pudieron elegir de entre cinco opciones, lo que no sucederá el 4 de julio de 2010. En las boletas electorales sólo aparecerán dos personas: el candidato del continuismo, Javier López Zavala, y el candidato del cambio, Rafael Moreno Valle.

Antes de entrar en materia, una nota al margen: No creo que, a estas alturas del proceso, las elecciones estén definidas. Lo que dije —y lo sostengo— es que los impulsores del frente amplio antimarinista cometen un grave error si enfocan su estrategia sólo en el gobernador Mario Marín o en exacerbar el voto anti PRI.

En primera instancia, porque Mario Marín no participa como candidato, con todo y que López Zavala sea percibido como una extensión suya para prolongar su mandato (como un proyecto transexenal); y porque el antipriísmo, que suponen jugará a su favor, no es hoy más grande que el antiperredismo o el antipanismo.

Como ejemplo le muestro aquí un estudio sobre tendencias electorales elaborado por Consulta Mitofsky el pasado mes de enero, a propósito del comportamiento del voto de rechazo en la capital poblana y el resto de la entidad.

Si los promotores de la coalición opositora de veras quieren ganar, lo primero que deben evaluar es el comportamiento de los electores, y no suponer, como lo han venido haciendo, que la gente saldrá votar por ellos sólo porque quieran sacar a Mario Marín y a su grupo de Casa Puebla.

Si los impulsores del frente antimarinista piensan que el rechazo a Marín los favorecerá de manera automática, tienen miras muy cortas.

El éxito de la campaña de Moreno Valle y aliados dependerá de su capacidad de convencer a la gente que el cambio que proponen es mejor que la continuidad planteada por López Zavala; de su habilidad para impulsar figuras y candidatos ciudadanos, como Amy Camacho, que atraigan el voto switcher; y de convencer a los electores de que partidos antagónicos, como el PAN y el PRD, pueden hacer a un lado sus diferencias ideológicas en aras de un proyecto de corto y mediano plazo, viable y sustentable, que saque a Puebla del marasmo en que se encuentra.

Su actual apuesta de hacer un frente común antiPRI o antiMarín, lejos de ganar simpatías, provoca desconfianza, pues da la impresión de que en el fondo lo único que buscan es un cambio de personas y de partidos en el gobierno, y no una Puebla mejor.

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Simón dice:

«La crítica debe hacerse a tiempo; no hay que dejarse llevar por la mala costumbre de criticar sólo después de consumados los hechos».

Mao Tse-Tung (1893-1976) Estadista y presidente chino.

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