Rafael Moreno Valle y Manuel Bartlett, historias paralelas
Rodolfo Ruiz R.
La última vez que un gobernador poblano aspiró a la presidencia de la República ocurrió hace 16 años.
En la sucesión de Ernesto Zedillo Ponce de León, Manuel Bartlett quiso construir desde Puebla su plataforma para llegar a Los Pinos. Fue su segundo intento, pues en 1988 siendo secretario de Gobernación de Miguel de la Madrid Hurtado, también trató de llegar a la Presidencia.
En la primera ocasión Bartlett perdió la partida frente a Carlos Salinas de Gortari, de quien fue secretario de Educación Pública de 1988 a 1992, y en la segunda con Francisco Labastida Ochoa, quien se desempeñaba como secretario de Gobernación del presidente Ernesto Zedillo.
La historia de Bartlett es un espejo en el que debería mirarse el hoy gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, ya que en varios aspectos hay un gran paralelismo en sus vidas. Ambos estudiaron en el extranjero, uno en Francia e Inglaterra y otro en Estados Unidos, y ambos tienen como progenitores a gobernadores que no concluyeron sus encargos. Manuel Bartlett Bautista fue gobernador dos años de Tabasco y en marzo de 1955 tuvo que renunciar por presiones políticas. El abuelo de Moreno Valle también fue gobernador de Puebla en 1969, pero sólo por tres años ya que en 1972 fue derrocado y relevado por Mario Mellado García.
Las gestiones de ambos son también parecidas. Han privilegiado la construcción de obra pública en la zona metropolitana, a cargo de constructoras y empresas extranjeras o nacionales, y gobernado con funcionarios fuereños o carentes de arraigo local.
En la primera mitad de su sexenio Manuel Bartlett se planteó como estrategia convertir a la capital en la palanca y motor del desarrollo del estado a través del Programa Regional Angelópolis, contratado a la consultora McKinsey & Company, Inc., por el cual se planteaba el rescate del Paseo del Río de San Francisco con un lago artificial tipo el River Walk de San Antonio, Texas, un centro de convenciones, plazas comerciales, hoteles y restaurantes de gran turismo, un centro cultural y estacionamientos; así como el rescate del Lago de Valsequillo y el saneamiento del Río Atoyac; la construcción de plantas de tratamiento y la modernización del sistema de transporte público de pasajeros.
Moreno Valle planteó en campaña una serie de obras y proyectos de desarrollo regional que ya en el gobierno olvidó, para concentrarse en otras que han acentuando la desigualdad entre la zona metropolitana y el resto de la entidad, entre las que destacan la Rueda de Observación o Estrella de Puebla, el Teleférico, el rescate de Los Fuertes de Loreto y Guadalupe y de la zona arqueológica en torno a la Pirámide de Cholula, el Tren Turístico Puebla-Cholula, el Metrobús, la construcción de ciclovías, puentes atirantados y viaductos elevados, y la pavimentación con concreto hidráulico de las principales avenidas y bulevares de la capital.
Uno de los aspectos más polémicos del sexenio bartlista fue el llamado Gabinete Alterno, que en forma paralela al gabinete legal y ampliado, se encargaba de operar los principales proyectos de su gobierno sin ninguna responsabilidad jurídica.
Este equipo estaba integrado por algunos de sus ex colaboradores en las secretarías de Gobernación y Educación, así como por algunos despachos especializados, propiedad de algunos de ellos o amigos suyos, a saber: Jesús Hernández Torres, Óscar de Lassé Avellana, Guillermo Heitler Aroeste, José María Morfín Patraca, Salvador Rocha Díaz, Fernando Pérez Correa, Mauro Uzcanga Villalobos, Roberto Chaparro Sánchez, Luis G. Benavides Ilizaliturri, Miguel González Silva, Eduardo Barclay Arce y Salvador López López.
Moreno Valle no cuenta con un gabinete alterno, pero sí un equipo de secretarios y funcionarios de primer nivel foráneos o sin arraigo local. De los más de 60 secretarios que han desfilado por su gabinete en los cinco años cinco meses que lleva su administración, más de la mitad provienen de la Ciudad de México y otras entidades.
Como líder del llamado Sindicato de Gobernadores, Manuel Bartlett buscó ser presidente de la República jugándole las contras a Ernesto Zedillo, usando a Puebla como su plataforma de exposición a nivel nacional, presumiendo no sólo las obras realizadas por su administración, sino la forma en que habría resuelto su sucesión mediante una consulta abierta que ganó el político priísta más popular de entonces: Melquiades Morales Flores, a quien le heredaría el cargo.
Moreno Valle también usa como carta de promoción para su posicionamiento rumbo al 2018 la transformación que Puebla logró durante su sexenio y la victoria de José Antonio Gali Fayad en los recientes comicios para gobernador como una evidencia de la aceptación y aprobación de los poblanos a su gestión.
En las elecciones presidenciales del 2000 Manuel Bartlett no pudo ganar la nominación de su partido de entonces, el PRI, que se inclinó por Francisco Labastida. Ni Puebla, ni los poblanos lo respaldaron como esperaba. La distancia que siempre mantuvo de los poblanos le pasó la factura.
¿Le ocurrirá lo mismo a Rafael Moreno Valle ahora que abiertamente ha dicho que quiere ser presidente de México en el 2018?
EN CORTO
Este fin de semana estuvo muy activo el dirigente estatal del PRI, Jorge Estefan Chidiac, para tratar de neutralizar a quienes han demandado su renuncia o remoción.
El viernes se reunió a comer en El Desafuero con el subsecretario de la SEDATU, Juan Carlos Lastiri Quirós, y el sábado en el salón Tres Marías con el delegado del IMSS, Enrique Doger Guerrero, con la intermediación del empresario Julián Ventosa Tanús.
Trascendió que ambos funcionarios y aspirantes priístas a la gubernatura de Puebla en 2018 se comprometieron a cesar sus críticasen contra de Estefan Chidiac y a no insistir más en su destitución como presidente del CDE del PRI.
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