Además de los bailes populares y la venta de alcohol y comida en las ferias de pueblo, los hermanos Soto Martínez ya incursionaron en otro redituable negocio, con la complacencia de los presidentes municipales de Lara Grajales, San José Chiapa y Nopalucan de la Granja: la colocación y renta de anuncios espectaculares.

Este fin de semana, sin licencia ni permiso del ayuntamiento de Nopalucan o la Secretaría de Desarrollo Rural, Sustentabilidad y Ordenamiento Territorial (Sdrsot), el hermano del dirigente estatal cetemista, Arturo Soto colocó dos nuevas estructuras para sus anuncios publicitarios: una, en un terreno en disputa entre Leobardo Soto y Miguel Bravo, a la altura del kilómetro 54 de la carretera a Amozoc-Oriental, frente al hotel Florida; y la otra en la misma carretera, pero a la altura del kilómetro 134 frente al motel Villagio.

Unos quince días antes, Soto Martínez instaló la primera estructura frente a la empacadora de chiles San Marcos, ubicada en el kilómetro 54 + 900 de la carretera federal Amozoc-Oriental, en el municipio de Nopalucan, del que es presidente municipal el priísta Rogelio Roque Torres. Sí, aquél que hará un súper negocio —en complicidad con algunos de sus regidores, como el de Industria y Comercio, Andrés Torres— con la venta de boletos y alcohol el próximo 21 de septiembre durante la presentación de la Arrolladora Banda El Limón en la feria grande de Nopalucan.

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Entre algunos funcionarios y regidores del ayuntamiento de Puebla es motivo de sorpresa por qué el presidente municipal José Antonio Gali Fayad castiga a quienes, se supone, hacen bien su trabajo y entregan buenos resultados, y en cambio tolera a quienes tienen un desempeño deficiente o por debajo de las expectativas.

Como punto de contraste se plantean los casos del secretario de Desarrollo Urbano y Sustentabilidad,  Gabriel Navarro Guerrero, y del secretario de Gobernación, Guillermo Aréchiga Santamaría.

Del primero se dice que no sólo recibe poco apoyo político y presupuestal, sino que sus dos subsecretarios Huguette Hernández Gómez, de Medio Ambiente, y Juan Carlos Fernández Jasso, de Desarrollo Urbano, fueron despedidos hace unos días, a pesar de la coordinación y reconocimiento que habían logrado de urbanistas, ecologistas, constructores y desarrolladores inmobiliarios.

Con su equipo recién desmantelado, Navarro Guerrero había logrado obtener recursos de la Federación para llevar a cabo un censo de los árboles existentes en el municipio de Puebla, realizar numerosas jornadas de reforestación en la capital y sus juntas auxiliares, y reactivar el flujo de visitantes a la Laguna de Chapulco mediante eventos y cursos de verano, orientados a los niños y el cuidado del medio ambiente.

En seis meses consiguió poner en marcha el llamado Reciclatón, e involucrar a la iniciativa privada y los directivos de distintas cámaras y asociaciones empresariales en un Consejo Ciudadano para el Cuidado de los Parques Públicos.

El desempeño de Gabriel Navarro generó algunas envidias y grillas de secretarios del grupo morenovallista, que lo acusaron de robarle reflectores al presidente municipal.

A manera de contraste ciertos regidores del ayuntamiento de Puebla se muestran intrigados de las consideraciones de Gali Fayad hacia su secretario de Gobernación, Guillermo Aréchiga, pese a los errores de éste en la fallida inauguración del programa “Progreso a la Puerta de tu Casa” en San Miguel Canoa, de la que el munícipe salió huyendo ante las protestas y reclamos de los vecinos de esa junta auxiliar; en los plebiscitos para renovar autoridades en las juntas auxiliares; en el restablecimiento de los servicios del registro civil en Azumiatla, Canoa, La Resurrección y Xonacatepec; y en la contención y control del ambulante en el Centro Histórico y otras zonas de la ciudad.

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