Noche de Grito: tensiones y desaires en Palacio Municipal
Sin llegar a los niveles de los últimos dos años, la celebración del Grito de Independencia no fue ajena a las tensiones y desaires que ya se van haciendo costumbre en el balcón central del Palacio Municipal.
De entrada, a los organizadores del festejo no les agradó que el gobernador Rafael Moreno Valle Rosas no departiera con los invitados que desde las 19:30 horas se dieron cita en el patio central del ayuntamiento de Puebla para brindar y cenar por la Independencia de México.
Inicialmente se dijo que el mandatario arribaría al Palacio Municipal al filo de las 21 horas, junto con su esposa Martha Erika Alonso, para saludar a los invitados del alcalde Eduardo Rivera Pérez, antes de acudir al concierto de la Orquesta Sinfónica del Estado y a la presentación del Ballet Folklórico de Amalia Hernández. Pero eso jamás ocurrió.
En el programa oficial, elaborado por la Secretaría General de Gobierno, esta actividad nunca estuvo incluida.
Algunos secretarios del gabinete estatal que sí acudieron al brindis del Palacio Municipal —José Cabalán Macari Álvaro, Facundo Rosas Rosas, Mario Rincón González, Roberto Moya Clemente y Jorge Alberto Lozoya Legorreta— comenzaron a retirarse alrededor de las 22 horas.
A los pocos minutos, el presidente municipal Eduardo Rivera y su esposa Liliana Ortiz, así como el alcalde electo, José Antonio Gali Fayad, y su esposa Dinorah López, al igual que otros personajes como el presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso, Mario Riestra Piña; el senador Javier Lozano Alarcón y el secretario General de Gobierno, Luis Maldonado Venegas, también abandonaron el edificio porfirista para alcanzar al gobernador en el concierto de la Orquesta Sinfónica y el Ballet de Amalia Hernández, en el zócalo.
Casi todos ellos regresarían al patio principal del Palacio a las 22:50 horas. Moreno Valle atravesó el lugar sin detenerse a saludar a los invitados que ahí se encontraban. Junto con su comitiva, subió las escaleras centrales, tomó el pasillo izquierdo y llegó al Salón de Cabildos para los honores a la bandera.
Tras recibir el lábaro patrio de manos de la escolta, situada frente a la Cédula Real, el gobernador dio media vuelta y se dirigió al balcón principal. Su esposa Martha Erika Alonso se colocó detrás suyo. Moreno Valle tocó tres veces la campana, dio lectura a la arenga y ondeó la bandera. En ese momento se sumaron al balcón Eduardo Rivera y Liliana Ortiz, a pesar de que un escolta intentó impedir el paso de la esposa del alcalde diciéndole que en esta parte de la ceremonia no participaban las cónyuges.
Moreno Valle devolvió la bandera a la escolta de la XXV Zona Militar, que se retiró, y el gobernador salió otra vez al balcón para saludar al público reunido en el zócalo, pero ahora acompañado de su esposa, del presidente municipal Eduardo Rivera y del alcalde electo, José Antonio Gali, ambos en compañía de sus respectivas cónyuges.
En las tomas fotográficas y de televisión captadas en el balcón central de Palacio Municipal, Moreno Valle y Eduardo Rivera nunca aparecen platicando. El trato distante para con el anfitrión y su esposa contrasta con la actitud jovial que el mandatario mostró hacia el alcalde electo, ubicado a su diestra.
Concluido el acto protocolario, el mandatario se retiró con su comitiva, ya no por las escaleras centrales de mármol que desembocan al patio central, donde había unos 200 invitados sentados en sillas y salas tipo lounge, sino por unas escaleras laterales que conducen a una salida de emergencia que desemboca en el Pasaje del Ayuntamiento.
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Dos momentos marcaron el clima de tensión y desaire que la noche del 15 de septiembre se vivió en Palacio Municipal.
Uno ocurrió después de que el gobernador arribó apresurado a la sede del ayuntamiento para dirigirse al balcón principal, sin detenerse a saludar de mano a los invitados que lo esperaban. Justo en ese momento, en las pantallas situadas en el patio central aparecieron las figuras del alcalde Eduardo Rivera y su esposa Liliana Ortiz.
Los convidados al brindis respondieron con un sonoro aplauso la aparición de la pareja municipal en los monitores y con tibios gritos de Viva a la arenga del gobernador desde el balcón principal.
El segundo momento fue después de la una de la madrugada, cuando el alcalde se sumó al karaoke, entonando “El rey”, de José Alfredo Jiménez, y algunos de sus empleados y funcionarios panistas comenzaron a corear: ¡Lalo, Gobernador! ¡Lalo, Gobernador!, consignas que el propio edil interrumpió y agradeció con un gesto que todos entendieron como “dejen estas cosas para otro momento”.
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