Lo que no te mata, te fortalece
A estas alturas de su sexenio, el gobernador Rafael Moreno Valle y sus principales operadores políticos deben estar lamentándose no haber aniquilado al exgobernador Mario Marín Torres, y sólo haber usado el desprestigio de su gobierno y de algunos de sus más conspicuos colaboradores como arma político electoral.
Moreno Valle tuvo la oportunidad de eliminar al grupo priísta mejor organizado de la entidad, pero optó por pactar con él, olvidándose de una de las promesas de campaña que más votos le dio en las urnas: “combatir frontalmente la corrupción, hasta alcanzar niveles de transparencia y honestidad similares a los de los países mejor calificados del mundo”.
En aquel famoso discurso de “Cumplo mis compromisos o me voy”, el gobernador panista ofreció iniciar procesos judiciales a los funcionarios marinistas objeto de acusaciones recurrentes de corrupción.
A más de tres años y medio de distancia, estas palabras no sólo son letra muerta sino corolario de impunidad y complicidad. De otra manera resulta inexplicable entender por qué nunca fueron detenidos o al menos sancionados el ex secretario de Obras, Javier García Ramírez; el ex secretario de Finanzas, Gerardo Pérez Salazar, el ex subsecretario de Administración, Jorge Mendoza Velarde; el ex secretario de Desarrollo Social, Javier López Zavala, etcétera, etcétera.
O por qué el ex secretario de Salud, José Alfredo Arango García, quien fue detenido y acusado de enriquecimiento inexplicable, al no poder justificar el origen de 28 propiedades y ocho cuentas bancarias a nombre suyo y de otros integrantes de su familia, y de peculado y daño patrimonial por casi ¡8 mil 500 millones de pesos!, fue liberado a escasos dos años de haber ido a prisión.
O por qué exfuncionarios marinistas con señalamientos recurrentes de corrupción como el exsecretario de Educación Pública, Darío Carmona García, fue incluso hasta reclutado en las filas morenovallistas.
Mario Marín está de regreso, y con él algunos de los que ocuparon posiciones importantes en el gobierno del estado, el Congreso local y el Congreso de la Unión, así como en el PRI y el Poder Judicial. Sólo hay que voltear a las delegaciones del gobierno federal, observar quiénes se perfilan como candidatos en los comicios federales de 2015, quiénes se están empoderando con miras al 2016 y 2018, y detenerse en quiénes están llegando y van a llegar a la dirigencia estatal y municipal del tricolor.
Nos guste o no, Mario Marín está de regreso, erigiéndose como el grupo político priísta mejor organizado y estructurado, por encima de otros que giran en torno al ex gobernador Melquiades Morales Flores, la senadora Blanca Alcalá Ruiz y los diputados federales Enrique Doger Guerrero y Javier López Zavala.
Y todo gracias al morenovallismo y su soberbia, al morenovallismo y sus pactos de impunidad, al morenovallismo y sus incumplidas promesas de combatir frontalmente la corrupción.
Bien dice el dicho: lo que no te mata, te fortalece.
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