- Con 14 mil votos adicionales buscan salvar a CPP
- Leobardo Soto le hace el trabajo sucio a RMV en el PRI
Los cómputos distritales de la elección de gobernador de Puebla confirman varias hipótesis y ponen en duda otras.
Confirman que José Antonio Gali Fayad ganó la gubernatura por 11.77 puntos, gracias a los partidos marginales que se aliaron al PAN en la coalición Sigamos Adelante y que en otras entidades –donde también hubo elecciones– actuaron como asociados del PRI.
Si la contienda sólo hubiera sido entre el PAN y el PRI, Gali también habría derrotado a Blanca Alcalá Ruiz pero por apenas 4.35 puntos.
Los partidos aliados al PAN le aportaron a Gali Fayad 10.08 puntos en conjunto, mientras que los aliados del PRI –en torno a la candidatura de Blanca Alcalá— sólo contribuyeron con 2.67 puntos.
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Otra cuestión que los cómputos distritales también dejan entrever es la inequívoca intención de salvar a Compromiso por Puebla (CPP) como partido estatal, pese a no haber obtenido el 3 por ciento de la votación total emitida.
Sus 56 mil 68 sufragios –computados en los 26 distritos en que se divide la entidad poblana– equivalen al 2.91% de la votación total.
El artículo 69 del Código de Instituciones y Procesos Electorales estipula como causal para la pérdida de registro de un partido político estatal que éste no haya logrado el porcentaje mínimo en alguna de las elecciones en que participe, ya sea coaligado o no.
Para salvarlo, los consejeros del Instituto Electoral del Estado (IEE) no tomarán como referencia la votación total, sino la votación válida emitida, es decir aquella que descuenta de la votación total los votos nulos y los no registrados.
Bajo esa modalidad, el partido creado al amparo de este gobierno sí mantiene su registro con el 3.03 por ciento.
Lo que la autoridad electoral no ha podido explicar es cómo este partido que en el PREP tenía 41 mil 393 votos, en los cómputos distritales apareció con 14 mil 675 votos nuevos.
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Los cómputos distritales también evidenciaron las mentiras de algunos partidos sobre su presencia y capacidad para llevar votantes a las urnas y la realidad de sus supuestas estructuras regionales y municipales.
Estos institutos que para sobrevivir requieren del cobijo del PAN o el PRI fueron superados en este proceso por la única candidata independiente que pudo contender por la gubernatura de Puebla: Ana Teresa Aranda.
La ex panista, a quien sólo se le autorizaron 638 mil pesos de financiamiento público estatal para 45 días de campaña, contabilizó más votos que Nueva Alianza, Compromiso por Puebla, el Partido del Trabajo, el Partido Verde Ecologista de México, Pacto Social de Integración y Partido Encuentro Social.
Aranda sólo se quedó a 482 sufragios de igualar al PRD, que se convirtió en la cuarta fuerza política del estado. Morena le arrebató el tercer lugar al lograr 2.48 veces más votos que el partido del sol azteca.
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Otra hipótesis que los cómputos ponen en duda es el apoyo supuestamente mayoritario de la población a las políticas y acciones del actual grupo gobernante. Nada más falso que eso.
Los números de la elección del domingo 5 de junio demuestran lo contrario. Gali Fayad tuvo menos del 50% de los votos emitidos y sólo el respaldo de 2 de cada 10 ciudadanos inscritos en la lista nominal del estado.
Para ser precisos: El candidato de la coalición Sigamos Adelante obtuvo el 44.86 por ciento de los sufragios en la jornada electoral del domingo anterior y el 20.27 por ciento de los 4 millones 291 mil 93 ciudadanos inscritos en la lista nominal del estado.
En términos de legitimidad, la victoria del grupo morenovallista resulta pírrica, a la luz de los cómputos de hace 6 años.
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Regionalmente, los cómputos distritales sólo le dan al PRI ventaja en siete de los 26 distritos: Zacatlán, Zacapoaxtla, Tlatlauquitepec, Tepeaca, Izúcar de Matamoros, Acatlán de Osorio y Ajalpan. En los restantes 19 distritos el predominio panista es absoluto.
Esta situación echa por tierra la versión de que Gali Fayad ganó la gubernatura de Puebla básicamente por su votación en los siete distritos de la capital.
El municipio de Tehuacán, que algunos consideraban un bastión priísta, resultó ser panista. En sus dos distritos el PAN obtuvo más sufragios que el PRI.
Lo cierto es que mientras Gali Fayad tuvo, en números redondos, el 73% de sus votos en el interior del estado y el 26% en la capital, Blanca Alcalá captó el 80% de sus sufragios en los 216 municipios y el 20% restante en la Angelópolis, ciudad de la que fue alcaldesa.
EN CORTO
El jueves 9 de junio en uno de los salones de La Tocinería se reunió la cúpula priísta para hacer un balance de la campaña de Blanca Alcalá Ruiz y el resultado de los comicios del domingo anterior.
Durante el encuentro se tenía previsto que los principales actores del tricolor, incluyendo el delegado del CEN, Rogelio Cerda Pérez, expresaran su apoyo a Jorge Estefan Chidiac y a Rocío García Olmedo para que se mantuvieran al frente del Comité Directivo Estatal.
Pero a la reunión llegó el dirigente estatal cetemista, Leobardo Soto Martínez, quien pidió la remoción de Jorge Estefan y su sustitución inmediata por Blanca Alcalá, lo que desató una guerra de descalificaciones.
Después de un largo rato, el delegado Rogelio Cerda y el propio Estefan arremetieron en contra del líder cetemista, a quien dejaron en claro que Blanca Alcalá no tiene la menor intención de asumir la presidencia estatal del PRI.
En la reunión casi todos los asistentes coincidieron afirmar que la de Puebla fue una elección de Estado encabezada por el propio gobernador Rafael Moreno Valle, a quien acusaron de dividir al PRI a través de figuras como Fernando Morales Martínez, hijo del ex gobernador Melquiades Morales Flores.
En la evaluación no faltó quien incluyera entre los traidores del PRI al mismísimo líder cetemista presente en el encuentro.
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